Colectivo Tlacuaches Mojaos
El pasado 12 de agosto la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió conceder la libertad inmediata de 20 asesinos, autores materiales de la masacre ocurrida el 22 de diciembre de 1997 en un campamento de refugiados en el municipio de Chenalhó, Chiapas. En ese suceso, conocido como la Masacre de Acteal, un grupo paramilitar atacó a indígenas tzotziles de la Sociedad Civil Las Abejas y consiguió asesinar a 15 niños, 21 mujeres [4 de ellas embarazadas] y 9 hombres. Otros 31 asesinos más esperan recibir pronto el mismo beneficio de la SCJN y obtener la libertad.
Ahora los medios masivos de “comunicación”, al servicio del poder, intentan ocultar a los culpables de tan artera agresión. TELEVISA y TV AZTECA, los elitistas centros de “educación” privada [CIDE] y los seudointelectuales [de la mano de Héctor Aguilar Camín] reescriben la historia a su antojo inventando, por ejemplo, un enfrentamiento armado el día de la masacre. Mienten: está documentado que fue un ataque contra personas que se encontraban desarmadas, en ayuno, orando en una ermita y los muertos cayeron de un solo lado.
Nada se dice ahora de los priístas y frente-cardenistas que conformaron el grupo agresor, ni del uso del presupuesto de programas sociales que el gobierno les facilitó para que consiguieran armas –las cuales siguen en manos de esos grupos-; nada del entrenamiento a éstos por parte del Ejército Mexicano. Nada se dice de la responsabilidad de Ernesto Zedillo Ponce de León, Emilio Chuayffet, el general Enrique Cervantes, Mario Renán Castillo y Julio César Ruiz Ferro como autores intelectuales de la masacre.
Todo se calla y ahora se exhibe el por qué… El 1º de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional consolida en los hechos la insurgencia de un pueblo que se organiza para decirle al poder del dinero: ¡YA BASTA! Su ejemplo cunde por todas las cañadas del sureste mexicano recuperando tierras. El que no se une al levantamiento armado cuando menos comprende las causas y comparte sus demandas: tierra, trabajo, salud, educación, alimentación, techo, democracia, libertad, justicia y paz. La organización de Las Abejas entiende lo justo de la lucha del EZLN pero cuestiona la vía armada y continúa en el camino que emprendió, desde 1992, en la defensa de los derechos indígenas por la vía de la no-violencia.
El Estado mexicano, imposibilitado para destruir de frente a su enemigo [por las presiones nacional e internacional de la sociedad civil y por la capacidad de estrategia y organización del EZLN], decide atacar con la táctica del pez en el estanque: devasta pueblos enteros con la intención de romper las bases de apoyo de los insurgentes [es decir, quitar el agua del estanque] y así poder eliminar al principal núcleo del EZ [comerse al pez].
Para este fin crean a los grupos armados paramilitares. En 1997 aparecieron en Chenalhó y exigían por la fuerza que las comunidades los ayudaran a comprar armas y a atacar a los zapatistas. Ante la violencia que generan tales grupos, miles de indígenas se ven forzados a huir de sus tierras para salvar la dignidad y la vida. "Si nosotros no habíamos aceptado tomar las armas contra el gobierno ¿acaso íbamos a aceptar a tomarlas contra nuestros propios hermanos indígenas? […] y como nos negamos a apoyarlos, los paramilitares nos secuestraron, nos corrieron de nuestras comunidades, se robaron nuestras cosechas, nos despojaron de nuestras pertenencias y quemaron nuestras casas. Así nos convertimos en desplazados, pero seguíamos siendo fieles a nuestros principios de paz y no-violencia" declaran Las Abejas.
En este escenario el gobierno federal decide ejecutar la masacre para exhibir la capacidad de ataque de sus paramilitares y, sobretodo, para demostrar al pueblo de México que el poder no permite más que dos opciones: o estás con ellos [el estado y los poderosos] y a su servicio; o estas en su contra [y eres enemigo]; y destruye la posibilidad de diferir de tales opciones. Es decir, para el gobierno está prohibido ser pacífico y neutral.
Después de la masacre, Las Abejas mantienen su postura de paz. Se niegan a buscar la venganza. Siguen rechazando las armas. Siguen buscando la justicia por los caminos legales con la ayuda del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. Hoy, luego de la resolución de la SCJN, hacen un llamado a reflexionar: "Si a organizaciones como la nuestra […] que rechazamos la violencia como medio para defender nuestros derechos, les dicen que el sistema de justicia y las instituciones del Estado están totalmente del lado de los que son cómplices del gobierno, entonces ¿Qué camino nos dejan? ¿Qué esperanza tiene el pueblo de México? Dice el gobierno que está en contra de la violencia pero todos los días vemos cómo es el primero que la promueve".
"No tenemos ninguna confianza en el gobierno. Nuestra confianza está puesta en la solidaridad de la sociedad civil, en la sangre de nuestros mártires que nos da fuerzas para no abandonar la lucha…" nos enseñan nuestros hermanos de Las Abejas.
Agosto del 2009
tlacuachesmojaos@gmail.com
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