18 de junio de 2013

VER, OIR, PENSAR Y ACTUAR


Otra elección más está en puerta en Veracruz, de la  que saldrán nuevos alcaldes, síndicos y regidores, que durarán cuatro años en el cargo,  además de 50  legisladores que integrarán el Congreso del Estado.
Como siempre, los ciudadanos pondremos los votos y los dineros para sus sueldos, pero necesitamos  pensar en formas de control democrático, para que esos servidores públicos y representantes populares no se vuelvan soberbios, mentirosos y rateros.

Aunque el sistema de partidos sigue perdiendo credibilidad y legitimidad, por  las prácticas clientelares de todos los colores y el divorcio que hay entre las necesidades de los ciudadanos  y las mafias que explotan  esa especie de franquicias, por ahora no hay otra alternativa de representación y están por verse los resultados.

A nivel nacional el suceso que  se comenta es el  regreso del PRI a  Los Pinos, pero en Veracruz ese partido no se ha ido nunca del Palacio de Gobierno y sigue operando las elecciones , como lo demuestra el video-escándalo  que los propios priistas filtraron a panistas igual de cínicos.

En nuestra región, un abanico de conflictos  vienen registrándose  en los procesos internos de elección de candidatos en cada partido, a consecuencia de la intervención que ha tenido el PRI-Gobierno en los comités estatales del PAN y PRD y los métodos más arcaicos con que en cada municipio se negociaron  las candidaturas  y las alianzas.

Se puede decir que este es el tiempo en que los militantes de cada partido  se dan con todo, por lo que se corre el velo de misterio de las designaciones más increíbles y en consecuencia  salen a relucir odios y traiciones entre militancias y  dirigencias.

Pronto, la guerra de lodo será entre partidos y los candidatos buscarán llegar a los cargos a como dé lugar, realizando campañas en las que: repartirán  migajas a la gente, prometerán  lo que no van a cumplir, recorrerán  calles o congregaciones para tomarse la foto y competirán con  ruidosas porras, caravanas  y batucadas en  cabeceras municipales.

Algunos ciudadanos irán a votar, otros no y algunos más anularán  sus  papeletas para manifestar su desacuerdo con esas formas de hacer política, ahora que se agregan nuevos ingredientes a la descomposición, como el regreso de los que  ya ocuparon los cargos públicos,  la proliferación de “chapulines o trapecistas” y el singular relevo generacional dentro de la especie política.

Mientras tanto, queda flotando en el ambiente la pregunta de si los ciudadanos seguiremos aún en la condición de simples espectadores, renegando de la mala política que hacen los malos políticos, o si buscaremos otras formas de hacer política para que,  llegue quien llegue a los próximos  ayuntamientos, sientan que los vamos a vigilar para obligarlos a ser eficientes, transparentes y democráticos o de lo contrario exigiremos su renuncia.

Pasar de la democracia representativa a la democracia participativa no será fácil ni rápido y acabar con la corrupción, simulación e impunidad en los gobiernos no se logrará con  intolerancia o simples descalificaciones o revanchismos, hacen falta propuestas y hacer que los servidores públicos las cumplan, pues hay que  recordarles que nosotros mandamos y ellos obedecen.

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