17 de mayo de 2013
ECOCIDIO EN LA COMUNIDAD ECOLÓGICA HUERTOS FAMILIARES TECOXOLCO
[II/II]
Juan Bozzano
Continua de la edición 120...
Y toda esta maravilla histórica, natural y cultural es la que ha estado siendo sistemáticamente destruída por las huestes de Don Pepe, comandadas en un principio por la familia Fernández de Ortega, que colaboró plenamente con su destrozo y ecocidio, y que solamente se le voltearon a Don Pepe cuando vieron que sus falsas metas eran imposibles de llevar a cabo y les ponían a ellos también en riesgo de entrar en la cárcel si no se deslindaban del fraccionador ilegal previamente contratado, y que los señala como absolutos cómplices y beneficiarios del ecocidio y del fraude cometidos…
Pero lo que es importante señalar es que los opositores a este faraónico proyecto ecocida hemos ganado la batalla legal (ver documentos), y nos encontramos en proceso de también ganar la cultural, terminando por convencer a las gentes de Coatepec y de Las Puentes-Tecoxolco de que dicha ex hacienda debe de ser expropiada para convertirse definitivamente en una reserva ecológica de carácter compesina, que le de servicios ambientales a todas las poblaciones circunvecinas, promoviendo su participación activa, primero en su restauración, y después en su aprovechamiento al servicio de la comunidad; allí podría inaugurarse el museo “La Cuna del Café”, que le daría todo un realce a la región y valoraría una historia de prosperidad iniciada hace 200 años, que no debemos abandonar, aunque si refuncionalizar…
Pero el núcleo de esta reserva podrían constituirla los miembros y el territorio de la comunidad ecológica Huertos Familiares Tecoxolco, que de un potrero hemos logrado reconvertirla en un hermoso bosque de 4 has. y media, donde además algunos hemos construido nuestras cabañas o viviendas ecológicas, y hemos introducida una valiosa variedad de plantas, como la maracuyá, la cúrcuma, las orquídeas y algunos animales menores, como borregos y gallinas y mi fabulosa burrita Estrellita, aparte del indispensable maíz o los insustituibles frijoles, chiles y calabazas, que constituyen la base de nuestra cultura alimenticia nativa mexicana, y de nuestras milpas –al fin y al cabo, somos mujeres y hombres de maíz-; “sin maíz no hay país”…
Pero desgraciadamente, como todo el mundo sabe, “no todo lo que reluce es oro”: yo considero que las dos consignas más importantes de la Revolución Mexicana fueron “sufragio efectivo y no reelección” de los maderistas (el partido Antirreeleccionista), y “la tierra para quien la trabaja” de los zapatistas; lo primero fue un intento de romper con la tremenda tradición caudillista del siglo XIX y principios del XX (ni más ni menos que el general Santana y el general Porfirio Díaz), y lo segundo fue la consigna con la que se trató de terminar con la estructura semifeudal de tenencia de la tierra; ambas consignas triunfaron…
Sin embargo en las organizaciones sociales no es así: tenemos el ejemplo reciente de Elba Esther Gordillo o el todavía vigente de Marcelo Deschamps al frente de los sindicatos de maestros y el de PEMEX, respectivamente; anterioirmente tuvimos el ejemplo emblemático de Fidel Velázquez, que duró varias décadas al frente de la CTM (“el poder no se cede: se arrebata” dijo en 1988, cuando Carlos Salinas hizo su famoso fraude electoral que lo llevó a la presidencia). Pero lo anterior ocurre en prácticamente todas las organizaciones sociales del país…
Desgraciadamente nuestra comunidad ecológica de “Huertos Familiares Tecoxolco no es la excepción: Joel Sánchez Velásquez y Alfonso Martínez, administrador y tesorero de nuestra comunidad, se pretenden convertir en los líderes vitalicios de nuestra organización; hasta la fecha lo han logrado. Pero lo que no han conseguido es echar a producir sus terrenos, que son los más abandonados de toda nuestra comunidad.
Se da un fenómeno muy peculiar: los que pretenden ser “líderes”, normalmente son los que menos les gusta trabajar; los “comisionados” de cualquier sindicato de industria o de servicios consiguen siempre el permiso de dejar de chambear a cambio de poder dedicarse de tiempo completo a la grilla sindical o política; esta perversión, desgraciadamente, también se da en nuestra comunidad: los que se creen líderes han dejado invadir sus excelentes cafetales por bambú de baja calidad, que se ha convertido en una plaga en todo nuestro terreno de aproximadamente cuatro hectáreas y media, y a los que lo cultivamos nos ha costado un gran esfuerzo extirpar esta planta, que acidifica y destruye toda la fertilidad del terreno, acabando con toda la biodiversidad.
Pero lo más grave es que ni siquiera lo usan para trabajar, lo cual demuestra que la plaga del caudillismo siempre termina en crisis social, económica y ecocidio.
Mis queridos lectores: terminemos con la cultura del caudillismo. Sufragio efectivo, no reelección; la tierra para quien la trabaja…
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