Por: Miguel Ángel Quijada
Como habrá podido usted apreciar, en los últimos 10 años han proliferado las cafeterías -con o sin internet-. En Coatepec, lo curioso es que ya no es el Café de Coatepec, lo traen de Puebla, Tabasco y Chiapas.
Nuestros cafetales están para llorar, por eso ha subido el precio hace apenas un mes. Los censos cafetaleros nunca coinciden con las hectáreas sembradas ni con el fruto recaudado.
Pocos son los que cuidan verdaderamente sus cafetales, menos los que son orgánicos, de éstos últimos su iniciador es el Lic. Ruperto Opoch. Los más bellos cafetales están en su finca.
No es extraño ver por la región, café importado de Colombia o Costa Rica, de excelente calidad y menor precio.
La Ciudad del Café se convertirá en la Ciudad Descafeinada.
Y lo peor es que al construir tantos fraccionamientos estamos cambiando el clima, nuestra fauna y flora. Estos calores insoportables de 30°C, estas lluvias torrenciales, los fríos atípicos y las suradas son consecuencia de la voracidad e incompetencia de “políticos”, autoridades de gobierno, constructores, inmobiliarias y ciudadanos que no nos unimos para defender nuestro patrimonio natural.
¿Sabía usted que el famoso libramiento que tanto necesita Coatepec destrozará parte de la Zona Arqueológica de Campo Viejo? Hace un par de años se cambió el trazo, ¿cuáles son los intereses para volver al primer proyecto? ¿a quién o a quiénes “importantes” beneficia? ¿es “café con mala leche” o quieren que los ciudadanos nos plantemos ante el Palacio de Gobierno? Pues el hartazgo social tiene sus límites.
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