7 de diciembre de 2009

Una mirada a la violencia de Estado contra los joven@s

Colectivo: Tlacuaches Mojaos

“Resulta que la forma de vestir, de hablar, de peinarse,
es un delito para esta gente de allá arriba.
Y nos persiguen como jóvenes
nada más por la apariencia.
Como si los criminales anduvieran en la calle
y no estuvieran en el palacio de gobierno.”
[S.C.I. Marcos]

Durante los últimos tres meses, en la región de Xalapa se ha incrementado la represión selectiva contra l@s jóven@s. Estas acciones, realizadas por los aparatos policíacos del gobierno del estado, han generando un ambiente de miedo, criminalizando a l@s chav@s y coartándoles el derecho a la convivencia.

El pasado 5 de septiembre se detuvo a 30 jóvenes, en su mayoría estudiantes de la Universidad Veracruzana [U.V.], quienes se encontraban festejando la bienvenida a sus compañer@s de nuevo ingreso de la facultad de Antropología en una casa de Xalapa. En la madrugada se inició un operativo policíaco caracterizado por el abuso de poder ejercido por los elementos de “seguridad” contra l@s estudiantes:

Primero, al detenerlos con exceso de violencia golpeándolos con macanas y arrastrándolos por la calle; segundo, arrojando gas pimienta al interior del domicilio provocando pánico a todos los presentes; tercero, un efectivo amedrentó y apuntó a los asistentes con un arma de fuego. El operativo no se limitó al lugar de reunión sino que se extendió, a modo de redada, por toda la zona deteniendo injustificadamente a compañer@s que ya se dirigían a sus domicilios. Una vez trasladados a la estación policíaca fueron sometidos a humillaciones por parte del personal supuestamente encargado de practicarles la revisión médica.

Posteriormente 15 estudiantes [varios de los cuales ni siquiera habían asistido a la fiesta] acudieron solidariamente a la cárcel municipal ubicada en el cuartel de San José en Xalapa, para pedir información sobre l@s compañer@s detenidos, pagar la fianza y liberarlos. Nunca les informaron las causas de las detenciones. Mientras éstos jóvenes esperaban noticias de sus compañeros afuera de la estación salió una camioneta policíaca, de la cual bajaron dos oficiales quienes [junto con seis elementos más] rodearon y detuvieron de manera violenta a cinco estudiantes más. El resto de l@s estudiantes fueron perseguidos en una patrulla y algunos de ellos lograron escapar o esconderse, mientras que a dos de ellos los alcanzaron y los aprehendieron esposándolos sin justificación legal alguna. En un acto de sinceridad involuntaria, uno de los policías comentó a una joven que les facilitaron el cubrir “su cuota” al presentarse por su propio pie a la estación. Al día siguiente todos recuperaron su libertad, tras pagar fianzas –establecidas de manera arbitraria y superiores a lo supuestamente reglamentado- de entre 300 y 500 pesos e incluso algunos tuvieron que pagar doble, pues no tenían como comprobar que ya habían pagado. Esa misma noche se realizaron más detenciones de jóvenes, trasladados a la misma estación policíaca, incluso en automóviles particulares.

Después de compartir esta cruda experiencia con otros jóvenes, se comenzaron a escuchar múltiples relatos que ocurren de manera cotidiana en las calles de la ciudad de Xalapa, como lo que sucedió en un concierto donde se encontraban reunidos muchos jóvenes; donde una persona arrojó una bomba de gas pimienta forzando a los asistentes a finalizar abruptamente el evento. O bien, el testimonio de un joven que fue detenido por el simple hecho de estar en la calle en la noche mientras compraba unos tacos. O el de una estudiante de posgrado que comparte el desconcierto y la indignación generada por la prepotencia de la policía del Palacio Municipal, quienes con metralla en mano obligaron a su acompañante a bajarse de su bicicleta “porque se veía mal” al estar circulando pausadamente en el primer cuadro de la ciudad. Es notorio como la prensa local criminaliza a los jóvenes con títulos como “Lleno San José de menores pandilleros” [Diario de Xalapa,17 octubre 2009]. Al referirse a otros 30 jóven@s -entre los 14 y 21 años- quienes fueron detenidos en distintas puntos de la ciudad por supuestas “acciones delictivas” como la de una jovencita que pintaba en un muro el nombre su novio seguido de un “te amo”. Nuevamente esa noche San José estuvo repleto de jóven@s inocentes, etiquetados ahora como delincuentes.

Este tipo de situaciones absurdas vienen también pasando en los pueblos cercanos a Xalapa donde han convertido en delito la reunión de jóven@s en los pocos espacios que tienen para la recreación, de libre acceso y que no tienen costo [como los parques públicos, por ejemplo], realizando detenciones en diversas horas de la noche, lo que parece evidenciar que, por la vía de los hechos, están instaurando un toque de queda contra la juventud.

Estas situaciones no son aisladas, sino más bien parte de una estrategia nacional en la actuación de las policías municipales, estatales, federales y militares. En semanas recientes se han documentado por varios medios de comunicación como los cuerpos “del orden” ahora se dedican a intimidar grupos de niñ@s, jóvenes y jóvenas en las comunidades. El 14 de noviembre en el pueblo de Quechultenango [Guerrero] decenas de niños fueron asediados, golpeados y humillados por un batallón de soldados, con el pretexto de encontrar a quien había efectuado disparos en el área. Los niños y jóvenes entrenaban deporte en las canchas del pueblo cuando fueron colocados en el suelo, encañonados y hasta pateados, uno de ellos tuvo que ser hospitalizado. Los padres narran que ahora sus hijos no quieren ni salir por miedo a ser nuevamente agredidos. Misma violencia [arrogante e impune] ejercida por los malos gobiernos contra l@s jóven@s de las comunidades base de apoyo zapatistas y las radios comunitarias por todo el país.

Todos estos acontecimientos nos sugieren una tendencia de creciente represión y creemos importante denunciarlos públicamente con el fin de evitar que estos actos represivos a la población en general, se normalicen. Ponerle nombre a nuestros dolores y hablarlos tal vez nos lleve a encontrarnos con otros que padecen los mismos abusos, y tal vez nos lleve a organizarnos para evitar que vuelvan a repetirse. Nos negamos a adaptarnos a un ambiente de miedo en donde ser quien somos sea un delito. Nos negamos a que los gobiernos y sus policías lucren a costa de nuestro derecho a convivir. ¿Quiénes son los encargados de guardar el orden?, ¿Cuáles son los modos de guardar el orden?, ¿Realmente son ellos los que nos van a cuidar o más bien nos tenemos que cuidar de ellos?, Quienes agreden los derechos, ¿nosotros o ellos?, ¿Hasta cuándo vamos a aguantar esto?, ¿Hasta cuándo vamos a aguantar que ser joven sea un delito que perseguir? La lección que el gobierno pretende dar a la juventud es: “No puedes estudiar, no tienes acceso a un trabajo digno, no tienes derecho a divertirte en un parque, no hay lugar para ti”. Ante eso nosotros decimos: NO NOS DOMESTICARÁN, NI NOS ROBARAN EL AMOR A LA VIDA, MUCHO MENOS NUESTRA JUVENTUD.

Noviembre del 2009

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