19 de diciembre de 2009

Estefania Anell Morales, modista de alta costura; Teocelo



Bety Mora

“Tengo 85 años de edad. Desde los 13 años me he dedicado al oficio de la costura. Actualmente tengo más de 70 años trabajando. Desde chica me ilusionaba ser modista, me gustaba vestir a mis muñecas, por esto me fue muy fácil aprender, por el amor que le tenía. Me enseñó doña Alfonsina Alemán (+) quien también fue modista de Alta Costura. Empecé vistiendo a mi familia y vecinas, hasta que me hice de mucha clientela.
El primer vestido que hice fue para una sobrina que cumplió 3 años. Cuando inicie usaba cinta métrica, escuadra, lápiz o greda, tijeras y una máquina sencilla de coser. Después me hice de tres máquinas más especializadas. En aquellos tiempos era una vestimenta muy sencilla la que usaban las mujeres, pero al paso de los años fueron vestidos más complicados de hacer, vestidos de figurines muy elegantes, también se usó mucho el drapeado y era muy difícil. La tela más fácil de trabajar era el algodón, lino y seda.
Cuando más trabajo tenía era en los bailes, antes eran muy elegantes, con orquesta, no había nada de tomar, se ofrecían meriendas, eran bailes privados en casas particulares, había un club de jóvenes que los organizaban. Las muchachas vestían de largo de un solo color, los muchachos iban de traje negro. También tenía mucho trabajo en la fiesta de agosto, el 16 de septiembre, el 12 de octubre, fechas en las que se hacían bailes y las muchachas vestían de blanco.
Recuerdo que fueron mis clientas personas de Xalapa, Coatepec, Cosautlán y Teocelo. Había una familia de Turcos a la que les cocía, especialmente a Rosita Chedrahui y a sus hijas, igual que a la doctora Anita e hijas. Antes los vestidos de fiesta costaban $50 pesos y los del diario, de calle, $1.50. En esa época no había ropa de fábrica, se la tenían que mandar a hacer. Este oficio me ayudó mucho económicamente para sacar adelante a mis hijas y darles carrera profesional.
Había dos muchachas que me ayudaban a coser porque antes todo se hacía a mano. Un vestido sencillo lo hacía en una semana pero para hacer un vestido de boda o XV años me llevaba más tiempo, por ejemplo, en el de mi nieta me tardé 2 meses porque todo fue bordado a mano. Las telas las compraba en Veracruz o Puebla.
Afortunadamente nunca he hecho un vestido que no me guste, por esto la gente queda contenta con lo que le entrego, a veces ya ni me dicen cómo lo quieren, dejan que yo decida, pero no me gusta repetir hechuras. En algún tiempo hice ropa para hombre, mucha camisa y chamarra. Los pantalones nunca me gustó hacerlos ni para mujer ni para hombre. Este oficio en un momento me afectó el riñón porque pasaba muchas horas sentada cociendo, pero me curé pronto.
Para este oficio hay que tener vocación y mucha paciencia porque la costura es muy laboriosa. A mi me encanta mi trabajo.”

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