6 de noviembre de 2009

Editorial 46

En la antesala del año 2010 –que nadie sabe si será mágico, cómico, mítico, trágico o histórico-, a todos nos queda claro que gobiernos, empresarios, partidos políticos, legisladores y medios de comunicación se unen para exprimir a los ciudadanos.

En los tres niveles de gobierno una casta de servidores públicos utilizan nuestros impuestos a capricho y se benefician pagándose altísimos sueldos y compensaciones, sin rendirle cuentas a nadie, operando desde sus puestos como verdaderos hampones y desechando promesas de campaña sin el menor recato. El ciclo se repite cada tres y cada seis años. ¿Hasta cuándo?

De los empresarios qué podríamos esperar –salvo muy escasas y honrosas excepciones-, que no fuera ver por sus inversiones y ganancias, pagando sueldos de hambre, dañando impunemente el medio ambiente, saqueando nuestras riquezas y recursos naturales, gracias a las anuencias, permisos y concesiones que –dinero de por medio-, les expiden servidores públicos igual de rapaces. No tienen madre.

Los partidos políticos, sin excepción, son simples franquicias que operan gente sin escrúpulos para repartirse los cargos públicos, escenificando peleas públicas para llamar la atención, pero acordando en lo oscurito, viandas y excesos de por medio. Total, los mexicanos somos bien aguantadores. Pero ya se les acabará el jueguito.

En cuanto a los legisladores –locales y federales-, nos salen muy caros a los contribuyentes y su trabajo siempre está orientado a beneficiar a los tres grupos anteriores (servidores públicos, empresarios y partidos), para que juntos nos obliguen a tres cosas: a pagar impuestos, a consumir sus mercancías chafas y a elegir (por medio del voto), a nuestros propios verdugos. ¿Así nos pagan?

Cierran este círculo de la muerte los medios de comunicación que, arrodillados al dinero de los gobiernos, los jugosos contratos de publicidad con las empresas y a los millones de pesos que manejan los partidos políticos para promocionarse, adormecen nuestra conciencia con jueguitos de futbol, novelitas y programas que resultan verdaderas vaciladas para millones de compatriotas.

Estos medios de comunicación –prensa radio y televisión-, operan siempre como aliados de los poderosos y excluyen de sus pantallas, de sus micrófonos y de sus páginas al pueblo, que es el que le da de comer a todos. ¿O no?

No es casual entonces que a 99 años de Revolución y a 199 de la Independencia, los ciudadanos mexicanos -más de 100 millones, por cierto-, sigamos en situación de muertos de hambre por culpa de unas cuantas familias de ricos banqueros, empresarios, políticos, servidores públicos y paleros de los medios de comunicación.

Hay que empezar a romper ese círculo vicioso, ahora que precandidatos y candidatos muertos de hambre quieren sacrificarse por el Pueblo, dándole la espalda a sus promesas malintencionadas. Todos están cortados por la misma tijera y nos volverán a fallar. Mejor hagamos política de la buena, desde abajo y sin partidos políticos.

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