6 de agosto de 2009

Sr. Presidente Municipal de Xico - Que no se le olvide su Código de Ética

Gerardo Mápel

De todos es sabido que previo a ocupar el actual cargo, nuestro alcalde se desempeñaba como docente instruyendo a las nuevas generaciones, como también es sabido que de profesión es Médico Veterinario Zootecnista. Viene esto a colación porque durante su gestión se le ha visto apoyando con mucho interés a los comités en sus respectivas organizaciones de “la xiqueñada” y la corrida de toros. Incluso, el comité que actualmente administra la plaza de toros municipal ha solicitado su intervención en el juicio jurídico en el que actualmente se disputa el inmueble.
Sin embargo, como todo profesionista, nuestro presidente municipal se encuentra regido por un código de ética mismo que asumió al aceptar ejercer tan noble labor como lo es la medicina veterinaria. Del mismo modo que un docente protesta entre otras cosas por promover los más altos ideales de la educación así como los valores de respeto, justicia, solidaridad, etc.; así como un doctor asume el compromiso de cumplir con su juramento hipocrático y del mismo modo en que un abogado acepta la responsabilidad de ejercer la jurisprudencia de manera justa y ética, un Médico Veterinario Zootecnista se encuentra comprometido con los más altos y nobles ideales que implica la labor de salvaguardar la integridad y la vida de los animales.
Dentro del comité de “la xiqueñada” así como de la denominada “peña taurina”, encargados de organizar eventos donde se promueve la cultura de la violencia, se maltrata, se tortura y se lucra con la vida de animales inocentes, se puede encontrar enlistados a algunos docentes que al parecer han olvidado que, entre otras cosas, el deber del magisterio es promover con el ejemplo el respeto por la vida en todas sus manifestaciones, la compasión y la sana convivencia entre el hombre y los animales. Incluso dentro del clero nos encontramos con sacerdotes que, además de solapar, participan y expresan públicamente su beneplácito en la realización de eventos sanguinolentos, vergonzosos y anacrónicos como lo son las corridas de toros (ejemplo claro el Sr. Urdangarín de San Marcos de León a quien se le olvidó que la institución a la que representa censura y condena dichas aberraciones). Quizá, movidos por la inercia de la tradición, han encontrado mayor satisfacción en presenciar la humillación de la vulnerabilidad de un animal desaventajado que en promover con su ejemplo una cultura de respeto hacia los animales no racionales cuyo único error ha sido nacer frente a un verdugo disfrazado de racional.
No obstante, pese a que legalmente un código de ética no compromete lo mismo que un código jurídico, sí rige el ejercicio moral de cada profesionista, de ahí que se censure que un docente asista a trabajar bajo el influjo del alcohol, que un doctor sobreponga el interés económico a la salud de un paciente, que un arquitecto actúe con negligencia en las obras bajo su responsabilidad. De este modo, es preciso apuntar que un MVZ rige su proceder por los principios éticos y morales que le inculca la institución en la que recibió su formación profesional.
Así por ejemplo, la Facultad de Medicina Veterinaria Zootecnista de la UNAM establece para sus egresados un código ético en el que, entre otras normas, se contemplan las siguientes:

CAPÍTULO SEXTO (cita textual)

Artículo 66. El Médico Veterinario Zootecnista tiene la obligación de informar y educar a sus clientes, trabajadores, alumnos, personal de salud, y a la población en general, fomentando el respeto a la vida en general, y en particular a los animales. Su conducta debe servir de ejemplo para que los demás miembros de la sociedad traten a los animales con cuidado y consideración.
Artículo 68. El Médico Veterinario Zootecnista debe dirigirse y tratar a los animales de manera cuidadosa, sin gritarles, atemorizarlos, ni golpearlos. No debe referirse a ningún animal en forma despectiva, evitando los apelativos como: “animal de desecho” o “redrojo”, ya que todo ser vivo merece respeto, y al usar estos calificativos, el Médico Veterinario Zootecnista se denigra a sí mismo y a su profesión.
Artículo 73. El Médico Veterinario Zootecnista no debe participar ni favorecer activamente o ser cómplice de situaciones o espectáculos en las que se ridiculice, se les hiera, lastime, azuce, castigue, se ponga en riesgo su salud física o emocional y se causa dolor o la muerte innecesaria a los animales con el fin de divertir a los seres humanos, o de obtener algún beneficio económico a costa del sufrimiento de aquéllos. Ser cómplice de éstos actos es contrario a su juramento y a la función que la sociedad y las instituciones le han encomendado.
De forma similar el Código de Ética Profesional del Médico Veterinario Zootecnista de la AMMVEPE (Asosiación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies) contempla:
CAPÍTULO SEXTO-DE LOS DEBERES CON LOS ANIMALES-
Artículo 58. La actividad profesional del Médico Veterinario Zootecnista debe considerar ante todo el bienestar de los animales, con el objeto de no causarle sufrimiento, angustia o incomodidad. El beneficio de los animales debe estar sobre la conveniencia personal y aún sobre la ganancia monetaria en cualquier decisión concerniente a los métodos terapéuticos o quirúrgicos.
Cabe entonces hacer la pregunta obligada: ¿Se acordará el MVZ Rogelio Soto Suárez del juramento que lo compromete moralmente con su profesión y con la institución que lo formó como tal? ¿El código de ética del MVZ aplica con excepciones? ¿Por qué apoyar la realización de eventos que, lejos de proyectar a los xiqueños como un pueblo civilizado, culto y sensible nos hacen quedar como un pueblo alcohólico que se divierte azuzando, maltratando y torturando animales y lucrando con su vida?
Comprometido antes que con las tradiciones, con el deber profesional, es responsabilidad de un MVZ promover con el ejemplo propio una actitud de respeto hacia todas las formas de vida particularmente la de los animales; evitar participar o favorecer la realización de eventos en los que se maltrate o ridiculice a un animal independientemente de la especie de que se trate.
En entrevista para algunos medios de comunicación respecto del maltrato que reciben los toros en la realización de la “xiqueñada”, el año pasado el MVZ Rogelio Soto Suárez expresó que los animales no reciben ninguna clase de maltrato. No obstante, por su preparación académica, él mejor que nadie es consciente de que al encerrar a los toros en cajones reducidos en los que no pueden moverse ni echarse para descansar, ser transportados durante horas en esas condiciones y permanecer del mismo modo desde la noche previa a la realización del espectáculo circense, provoca fuerte daño psicológico y físico a los bovinos, a esto hay que sumarle que el público alcoholizado les patea, les grita, les jala del rabo, les lanza objetos y los hacen correr sobre la carpeta asfáltica para lo cual sus cascos no están adaptados, los toros sufren un terrible maltrato que nadie puede negar por mucho que se le intente disfrazar.
Parece que a Xico, lo mismo que a buena parte de nuestro país, ya le va llegando la hora de evolucionar y tratar de manera civilizada a los animales y al resto de la Creación.
Sr. Presidente:
Por si Usted lo ignora aún, hago de su conocimiento que en la llamada Madre Patria, considerada por muchos cuna de la tauromaquia, ya suman más de setenta municipios declarados antitaurinos, baste mencionar importantes nombres como Barcelona, Tarragona, Girona, prácticamente toda Cataluña, Madrid, Sevilla, etc. Lo mismo está sucediendo en países como Portugal, Francia, Ecuador, Colombia, Venezuela, entre otros. Pueblos que, conscientes de la importancia de promover en las nuevas generaciones el respeto por los animales y evitar seguir fomentando la cultura del maltrato y la violencia, se han proyectado como pueblos civilizados, cultos, sensibles y sobretodo evolucionados.
Desde este humilde espacio y apelando a su buena conciencia y reconocida calidad moral como profesionista y como xiqueño, extiendo a título personal y a nombre de “Grupo Ecoló-Xico” una invitación para que considere la posibilidad de hacer que Xico trascienda en la historia como pueblo evolucionado y civilizado declarándose como el Primer Municipio en Contra del Maltrato Animal en México. Quizá a muchos les parezca una idea descabellada pero muchos países nos llevan ventaja en este sentido y en México alguien debe dar el primer paso ya que eventos como la tauromaquia no pueden seguir siendo considerados como arte o cultura. Nadie, salvo los psicópatas, puede sentirse orgulloso de participar en tradiciones cruentas y sanguinolentas en las que un público alcoholizado celebra presenciar la muerte de un toro ahogándose en su propia sangre.
En América, Ecuador dio el primer paso; en México, Xico puede trascender y marcar la historia aboliendo prácticas medievales que denigran a nuestra sociedad en pleno siglo XXI. Solo hace falta una sana conciencia y mucho valor.
El maltrato animal no es arte. La tortura no es cultura.

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