19 de junio de 2009

Editorial altavoz 31

Los Oscares

Los servidores públicos están acostumbrados a mandar, en vez de obedecer. Ellos no aceptan que llegaron al cargo por nosotros, los ciudadanos, y que por lo tanto nosotros somos los soberanos –los que mandamos- y ellos son nuestros súbditos, nuestros empleados.
Aunque en teoría esto tiene lógica y fundamento legal, en la práctica ocurre al revés: ellos mandan y nosotros nada más como el chinito, no más milando…
Por ello, en municipios como Teocelo vemos a un alcalde enfrascado en sus propios problemas, dejando que gobierne la esposa y aprovechándose del erario público para gastar lo que no es de ellos y colocando en la nómina a concuños, ahijados, parientes y hasta ex empleados de sus tortillerías. Se trata de un gobierno marca Chedrahui, pues como dice el eslogan la familia está de acuerdo.
Dentro de la comuna, además, no hay contrapesos a la autoridad presidencial, ya que síndico y regidora –ya no se diga el resto del personal de confianza y sindicalizado- ven al alcalde como el patrón.
Es por esa razón, y porque además la ciudadanía no asume su papel de dueño de los recursos públicos, que el ingeniero se siente dueño del dinero público y gasta en lo que se le pega la gana, acaso haciendo favores a un reducido círculo de amigos, religiosos y periodistas para que cuenten maravillas de su persona y de sus obras.
Y ni modo de querer levantarle la canasta a quien ni siquiera es de Teocelo, pues sus amigos del PRI en la Legislatura lo van a defender contra viento y marea, no obstante sus acciones, omisiones y excesos.
Si vamos a Cosautlán, las cosas están peor: un alcalde panista ganando como diputado local, con mínimos resultados y pésima imagen ante sus paisanos. El señor gasta más en restaurantes que en despensas y las promesas de campaña, como el agua, duermen el sueño de los justos.
Ahí se esperaba una aguerrida postura de la regidora priísta, ya no para hacer contrapeso (guardando las proporciones), sino al menos para aparentar que un ayuntamiento debate a fondo los asuntos públicos y las necesidades apremiantes de la gente.
La verdad es que la comuna de Cosautlán, ni qué decir del síndico, es un club de amigos que también come, bebe, se divierte (y hasta choca vehículos del ayuntamiento), a costa del erario público.
Como en otros lugares, no se espera que la Legislatura intervenga –pues ni siquiera Silvia Monge llamara la atención del alcalde panista- y mucho menos se ve a una sociedad civil robusta, pensante y congruente para pararle los tacos a tan singulares servidores públicos.
Y qué decir de Xico: ni por ser mayoría, los ediles de PRI, PAN y PRD pudieron moverle el tapete al engomado alcalde de la ganadera, pues como se sabe la maquinaria del Tio Fide (incluida Elizabeth Morales, RTV, DIF Estatal, Julio Hernández, Antonio Gómez, el joven Mota…), rescató a Roy de una verdadera auditoría, que lo pudo meter en traje de rayitas.
No se sabe, aún, si hubo negociación, miedo o indolencia de parte de los tres caballeros o si por el silencio y la pasividad de los ciudadanos de Xico, las cosas quedaron peor : simulación, corrupción e impunidad, claro con la bendición del Cristo Negro.
Ahora que si se analiza el caso de Coatepec, vemos cómo una comuna formada por ediles de los más diversos colores de partido, tampoco saca la casta para lidiar con un presidente municipal más que rojo, verde en el oficio de la política.
Su error es dejar hacer y dejar pasar todo lo que a un círculo de colaboradores y asesores se les pueda ocurrir, sin tomar en cuenta la opinión de la gente o lo que es aún peor: sólo viendo por el interés personal o de grupo.
Ni porque es cabecera distrital, ni porque Coatepec fue gobernado diez años por panistas, hay en el nivel de la política local un acicate para los demás municipios de la zona. Ni hay escuela, ni hay estilo, ni hay oficio. Sólo una pequeña rueda de la fortuna de pueblo, donde los mismos de siempre suben a tomar asiento, mientras el pueblo ve y calla.
Y el Oscar para la mejor actuación en el género de comedia melodramática es para…el ayuntamiento de Ixhuacán.
Ahí, los tres reyes Malechor, Gastar y Va-a-asaltar se llevan la estatuilla por su actuación en “Quiero ser millonario”. Y el público aplaude.

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