
Enrique Piedra
El 10 de abril de 1919, fue asesinado a traición Emiliano Zapata, para truncar las promesas agrarias del Plan de Ayala. La clase política de aquellos años tuvo que acallar sus ideales, y al igual que las actuales políticas no han querido hacer frente a la realidad campesina de nuestro país.
Los verdaderos campesinos e indígenas son los que trabajan y viven del campo, los que defienden sus tierras ante el despojo y la destrucción de su entorno social, ocasionado por la privatización capitalista del nuevo corporativismo neoliberal. Los escasos recursos para ellos, en contraste de los grandes subsidios recibidos por productores de la alta tecnología capitalista, los hacen caer en el “juego” para abandonar sus tierras y dejarlas abiertas al gran capital transnacional, lo cual permite apropiarse de sus recursos naturales, sus conocimientos de la biodiversidad y del agua de sus territorios. Por lo anterior, el campesino rural e indígena representa un estorbo para el gobierno mexicano, el cual los tacha de improductivos, con la finalidad de darles el control a los grandes corporativos capitalistas transnacionales y que no dependan ya del estado.
Según el INEGI, las compras de granos al exterior ascendieron a 254.9 millones de dólares, al inicio de esta administración han sido superiores, con 6 mil 133 millones de dólares referente a exportación, para 2008 creció con un diferencial y se elevó a 16 mil 837 millones de dólares las importaciones.
La errónea política agrícola ha sumido en el mayor rezago a los campesinos rurales e indígenas de México. Ante esto exigen las Organizaciones Campesinas al “¿Presidente?” Felipe Calderón, haga cumplir el Acuerdo Nacional para el Campo, asimismo renegociar el TLCAN en su capítulo agropecuario con respecto a nuestra Soberanía Alimentaria.
Se busca salvaguardar y adecuar el Protocolo de Kyoto con los demás países miembros, para la no entrada y experimentación de Organismos Genéticamente Modificados (OGM o OGT´S) a nuestro país, como centro de origen del maíz, así como el reconocimiento de los derechos de los indígenas.
La destitución de su cargo, del Secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez por ineficiencia y la gran corrupción en la SAGARPA que tiene entrampado al campo rural. Esto, las autoridades ni lo reconocen ni resuelven.
México importó 32 veces más cereales (granos básicos) de lo que exporta, tan sólo en maíz fue de 49.5 por ciento de las importaciones. Sin embargo, se piden 1,500 millones de dólares al Banco Mundial (BM) para el combate a la pobreza a través del programa asistencialista de Oportunidades, mientras, las políticas hacia el agro son más agresivas. El desmantelamiento de la agricultura rural mexicana está a la orden de las políticas capitalistas emanadas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM), creando dependencia y deuda externa, acabando así con la Soberanía Alimentaria Nacional.
Los ideales de Zapata cabalgan por los surcos de las tierras aradas, por el campesinado rural e indígena de México, por eso, la lucha sigue por la Soberanía Alimentaria, por la Tierra y la reivindicación (defensa) campesina a 90 años de su muerte. ¡ZAPATA VIVE!
Los verdaderos campesinos e indígenas son los que trabajan y viven del campo, los que defienden sus tierras ante el despojo y la destrucción de su entorno social, ocasionado por la privatización capitalista del nuevo corporativismo neoliberal. Los escasos recursos para ellos, en contraste de los grandes subsidios recibidos por productores de la alta tecnología capitalista, los hacen caer en el “juego” para abandonar sus tierras y dejarlas abiertas al gran capital transnacional, lo cual permite apropiarse de sus recursos naturales, sus conocimientos de la biodiversidad y del agua de sus territorios. Por lo anterior, el campesino rural e indígena representa un estorbo para el gobierno mexicano, el cual los tacha de improductivos, con la finalidad de darles el control a los grandes corporativos capitalistas transnacionales y que no dependan ya del estado.
Según el INEGI, las compras de granos al exterior ascendieron a 254.9 millones de dólares, al inicio de esta administración han sido superiores, con 6 mil 133 millones de dólares referente a exportación, para 2008 creció con un diferencial y se elevó a 16 mil 837 millones de dólares las importaciones.
La errónea política agrícola ha sumido en el mayor rezago a los campesinos rurales e indígenas de México. Ante esto exigen las Organizaciones Campesinas al “¿Presidente?” Felipe Calderón, haga cumplir el Acuerdo Nacional para el Campo, asimismo renegociar el TLCAN en su capítulo agropecuario con respecto a nuestra Soberanía Alimentaria.
Se busca salvaguardar y adecuar el Protocolo de Kyoto con los demás países miembros, para la no entrada y experimentación de Organismos Genéticamente Modificados (OGM o OGT´S) a nuestro país, como centro de origen del maíz, así como el reconocimiento de los derechos de los indígenas.
La destitución de su cargo, del Secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez por ineficiencia y la gran corrupción en la SAGARPA que tiene entrampado al campo rural. Esto, las autoridades ni lo reconocen ni resuelven.
México importó 32 veces más cereales (granos básicos) de lo que exporta, tan sólo en maíz fue de 49.5 por ciento de las importaciones. Sin embargo, se piden 1,500 millones de dólares al Banco Mundial (BM) para el combate a la pobreza a través del programa asistencialista de Oportunidades, mientras, las políticas hacia el agro son más agresivas. El desmantelamiento de la agricultura rural mexicana está a la orden de las políticas capitalistas emanadas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM), creando dependencia y deuda externa, acabando así con la Soberanía Alimentaria Nacional.
Los ideales de Zapata cabalgan por los surcos de las tierras aradas, por el campesinado rural e indígena de México, por eso, la lucha sigue por la Soberanía Alimentaria, por la Tierra y la reivindicación (defensa) campesina a 90 años de su muerte. ¡ZAPATA VIVE!
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