16 de octubre de 2008

Editorial

Inseguridad Pública
Gobiernos ineficientes e incluso cómplices de la delincuencia, exponen a la población al miedo colectivo, robos, extorsiones, violencia y muerte.

Presa de la confusión y la desconfianza, la gente reproduce –mediante el teléfono descompuesto-, increíbles historias sobre la presencia de Los Zetas en nuestra región.
Si bien esa banda opera en puntos específicos del país, su fama, poder y capacidad destructiva a la alta escuela es aprovechada por delincuentes locales para atemorizar y robar con impunidad, a los ojos de policías y gobiernos municipales.

Modestas familias son engañadas con el Boletazo, con supuestos secuestros de parientes y hasta con el clásico invento de aquel amigo de la familia que viene por carretera desde Estados Unidos, pero necesita que le depositen cierta cantidad para resolver un imprevisto.

Nadie duda que haya secuestros, como se documenta en exceso en los medios, pero lo otro es simple tomadura de pelo que sin embargo logra paralizar y extorsionar a personas y familias, que no encuentran alivio en dependencias o funcionarios estatales o federales.

Somos presa fácil del miedo, de torpes delincuentes y de ineficientes corporaciones policiacas, jueces y ministerios públicos que, nadie duda, reciben tajada para dejar hacer y dejar pasar.

Los escenarios de la delincuencia en nuestra región son diversos y las formas en que se infringe la ley también : tenemos profesores que hostigan sexualmente y con impunidad en los propios centros educativos, niños que encontraron la muerte al ser atropellados por drogados e influyentes juniors y hasta supuesta muerte accidental en reciente fiesta patronal, en Coatepec.

No faltan los asaltos en casas habitación, huertas de café, alacenas, bancos y comercios, ni tampoco la compra-venta de lo robado a plena luz del día o el narcomenudeo dentro y fuera de secundarias y preparatorias en Xico, Teocelo y Cosautlán.

La lista podría seguir con otras formas de operar por parte de delincuentes de a pie, lo mismo que de establecimientos disfrazados de negocios autorizados o de plano violentando leyes y reglamentos y la inaceptable omisión de quienes deberían garantizarnos seguridad pública de primera, pues para eso les pagamos.

Pero la gota que ha derramado el vaso, si bien en lo doméstico, es la actitud de las autoridades del Ayuntamiento de Teocelo, que además de violentar la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública –al negar el acceso a los archivos-, rechaza el escrutinio de los ciudadanos que los llevaron a la silla, al negar su presencia dentro del programa Cabildo Abierto de Radio Teocelo.

La omisión del alcalde podría ser poca cosa en materia de transparencia, pues se entiende que su error es pensar que la alcaldía puede manejarse como una más de sus tortillerías, pero lo que no puede tolerarse es la negligencia y omisión en que incurre para impedir que humildes familias sean defraudadas por gente como El Satanás, quien además planeó la muerte del joven Jesús Antonio Hernández Morales.

Aún es muy pronto para entender cómo operó toda la red de complicidades para descartar que hubo otros responsables, por acción u omisión, en la muerte de Jesús Antonio.

Por lo pronto, no deja de irritar que el presidente municipal haya sido tan irresponsable y poco solidario con la familia del joven asesinado, cuando con dinero público se despacha con la cuchara grande para pagar comilonas y engañosas gacetillas a profesionales del halago. Al tiempo, sabremos toda la verdad sobre el caso.

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