¿Para qué tanto consumismo en que nos ha metido la globalización, que ha hecho creer a muchos que es la solución a sus problemas, cuando en verdad ha sido el ahondamiento de ellos?
La globalización ha conducido a adoptar el modelo de vida de las naciones occidentales, es decir, los patrones de la aberración consumista. Este modelo de explotación infinita de todos los recursos, incluyendo seres humanos, no tiene futuro porque no mejora las condiciones de vida de la mayoría pero sí las de una minoría cada vez más selecta, haciendo de la desigualdad la característica distintiva de la sociedad actual.
El Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y Estados Unidos, a través de sus grandes conglomerados agrícolas, las empresas Cargill y Monsanto, durante años han presionado a los gobiernos de economías emergentes para que agricultores y campesinos orienten sus cultivos a la exportación y los destinen a apoyar fuentes alternativas de energía, a cambio de la importación de granos básicos con lo que se aniquila su independencia alimentaria.
Los factores que han conducido a la actual crisis de precios son: la caída en la producción agrícola mundial por el cambio climático; bajos niveles de existencias de alimentos; un mayor nivel de consumo interno en economías emergentes con enormes poblaciones como China e India; alza desmesurada e injustificada en el último año en los precios del petróleo y de todos sus derivados (este año, por primera vez en la historia, el barril de petróleo se negoció a US$100); la expansión del mercado de biocombustibles, el cual se basa en la cosecha de maíz o caña de azúcar para producir energía (como etanol) en vez de su uso como alimentos; además del acaparamiento de los especuladores de las materias primas que hacen su agosto en las bolsas de valores, medrando con el hambre del mundo entero.
Estas políticas neoliberales de ajuste estructural que abarcan los supuestos organismos multilaterales y los gobiernos de los países desarrollados, la modernidad, la privatización de empresas, la especulación, la exportación a toda costa, la liberalización de mercados, los tratados de libre comercio y las políticas de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico (OCDE), la especulación despiadada que se ha valido de guerras, de fraudes financieros, de petrodólares falsos, de quiebras bancarias y bursátiles fenomenales, con un egoísmo inaudito han provocado una de las crisis más severas en el mundo. Por años gestaron este desbarajuste en el campo de muchos países.
El dramático crecimiento de la dependencia alimentaria de nuestro país es consecuencia natural de esas políticas neoliberales de ajuste estructural aplicados con perseverancia perversa en el campo en los últimos 25 años. En vez de incrementar la oferta interna de alimentos por habitante, el experimento neoliberal redujo la oferta interna per cápita (por cada uno) de alimentos: por ejemplo, en el trienio 2005-2007, la producción per cápita de los ocho principales granos resultó 10.2% menor que la del trienio 1980-1982; la producción de carnes rojas resultó 25.9% menor. Otro ejemplo son las importaciones de granos básicos (maíz, fríjol, trigo y arroz) que representaron 30.9% del consumo nacional aparente durante el trienio 2005-2007; las de oleaginosas, para la producción de aceite comestible (soya, cártamo, ajonjolí y semilla de algodón), 93.2%; las de carnes de cerdo y res, 26.6%.
Entonces concluimos que el incremento en los precios de los alimentos en el mundo ha puesto en evidencia el fracaso de la política agropecuaria instrumentada durante las últimas décadas por los gobiernos neoliberales, y tira por la borda las tesis que implicaron el desmantelamiento productivo del campo mexicano. La solución a la crisis actual no está dentro del modelo económico vigente. Por más transgénicos que existan -que son feroces representantes de las políticas neoliberales- éstos no son la solución al hambre en el mundo
El tema de la soberanía alimentaria cobra nueva relevancia. Los países que, como el nuestro, la abandonaron en aras de ser miembros del primer mundo y la OCDE bajo el pueril argumento de que era más barato importar maíz que producirlo, estamos viviendo sus consecuencias.
La globalización ha conducido a adoptar el modelo de vida de las naciones occidentales, es decir, los patrones de la aberración consumista. Este modelo de explotación infinita de todos los recursos, incluyendo seres humanos, no tiene futuro porque no mejora las condiciones de vida de la mayoría pero sí las de una minoría cada vez más selecta, haciendo de la desigualdad la característica distintiva de la sociedad actual.
El Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y Estados Unidos, a través de sus grandes conglomerados agrícolas, las empresas Cargill y Monsanto, durante años han presionado a los gobiernos de economías emergentes para que agricultores y campesinos orienten sus cultivos a la exportación y los destinen a apoyar fuentes alternativas de energía, a cambio de la importación de granos básicos con lo que se aniquila su independencia alimentaria.
Los factores que han conducido a la actual crisis de precios son: la caída en la producción agrícola mundial por el cambio climático; bajos niveles de existencias de alimentos; un mayor nivel de consumo interno en economías emergentes con enormes poblaciones como China e India; alza desmesurada e injustificada en el último año en los precios del petróleo y de todos sus derivados (este año, por primera vez en la historia, el barril de petróleo se negoció a US$100); la expansión del mercado de biocombustibles, el cual se basa en la cosecha de maíz o caña de azúcar para producir energía (como etanol) en vez de su uso como alimentos; además del acaparamiento de los especuladores de las materias primas que hacen su agosto en las bolsas de valores, medrando con el hambre del mundo entero.
Estas políticas neoliberales de ajuste estructural que abarcan los supuestos organismos multilaterales y los gobiernos de los países desarrollados, la modernidad, la privatización de empresas, la especulación, la exportación a toda costa, la liberalización de mercados, los tratados de libre comercio y las políticas de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico (OCDE), la especulación despiadada que se ha valido de guerras, de fraudes financieros, de petrodólares falsos, de quiebras bancarias y bursátiles fenomenales, con un egoísmo inaudito han provocado una de las crisis más severas en el mundo. Por años gestaron este desbarajuste en el campo de muchos países.
El dramático crecimiento de la dependencia alimentaria de nuestro país es consecuencia natural de esas políticas neoliberales de ajuste estructural aplicados con perseverancia perversa en el campo en los últimos 25 años. En vez de incrementar la oferta interna de alimentos por habitante, el experimento neoliberal redujo la oferta interna per cápita (por cada uno) de alimentos: por ejemplo, en el trienio 2005-2007, la producción per cápita de los ocho principales granos resultó 10.2% menor que la del trienio 1980-1982; la producción de carnes rojas resultó 25.9% menor. Otro ejemplo son las importaciones de granos básicos (maíz, fríjol, trigo y arroz) que representaron 30.9% del consumo nacional aparente durante el trienio 2005-2007; las de oleaginosas, para la producción de aceite comestible (soya, cártamo, ajonjolí y semilla de algodón), 93.2%; las de carnes de cerdo y res, 26.6%.
Entonces concluimos que el incremento en los precios de los alimentos en el mundo ha puesto en evidencia el fracaso de la política agropecuaria instrumentada durante las últimas décadas por los gobiernos neoliberales, y tira por la borda las tesis que implicaron el desmantelamiento productivo del campo mexicano. La solución a la crisis actual no está dentro del modelo económico vigente. Por más transgénicos que existan -que son feroces representantes de las políticas neoliberales- éstos no son la solución al hambre en el mundo
El tema de la soberanía alimentaria cobra nueva relevancia. Los países que, como el nuestro, la abandonaron en aras de ser miembros del primer mundo y la OCDE bajo el pueril argumento de que era más barato importar maíz que producirlo, estamos viviendo sus consecuencias.
3 comentarios:
Hola! Mi nombre es Gaby Hdz. Me interesa mucho tratar este tema enmarcandolo en un trabajo de tesis para mi maestría en Política Económica Int. por esta razón escribo, pidiendo una orientación por parte de quienes escriben en el blog, sobre que tema específicamente podría tratar y en qué bases me podría documentar.
Muchas gracias y felicidades. Espero sus comentarios.
Nuevamente Gaby Hdz. Mi mail es gabri_11@hotmail.com
Escribanme por favor, mil gracias!
hola¡mi nombre es silvia...me parec q" est articulo es bastant cierto y real ya q" los gobiernos son unas sabandijas chupa sangre q" todo lo q" quieren es acabar con el pueblo y asi poseer el poder absoluto...
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