6 de abril de 2008

La migración de Calderón

Por: Jorge Sosa

Alrededor del ambiente que se vive en los Estados Unidos por las elecciones internas de demócratas y republicanos, Felipe Calderón visitó del 10 al 14 de este mes las ciudades de Nueva York, Boston, Chicago, Sacramento y Los Ángeles, California; esto después de celebrar en México el “día de la fuerza aérea”. Con el supuesto objetivo de “estrechar lazos y profundizar el dialogo con las comunidades mexicanas”, Calderón se reunió en privado con David Rockefeller, con el gobernador de Nueva York Eliot Splitzer y con el secretario de
la ONU Ban Ki Moon durante varias horas, concediendo sólo veinte minutos a los líderes de organizaciones migrantes. Las reuniones se caracterizaron por la casi nula participación de estas organizaciones donde dirigentes manifestaron que la entrevista no permitió profundizar en sus preocupaciones. Algunos secretarios sostuvieron un dialogo de hora y media con 46 representantes de la comunidad mexicana de los estados de Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey, donde se plantearon temas sobre el acceso a la salud, apoyo educativo y atención consular ante la violación sistemática del gobierno estadounidense sobre los derechos humanos de los migrantes.


Acompañado de los secretarios Agustín Carstens de hacienda, Patricia Espinoza de relaciones exteriores, Eduardo Sojo de Economía y Josefina Vázquez Mota de Educación y los gobernadores de Colima, Silverio Cabazos, de Guanajuato, Juan Manuel Oliva y de Zacatecas, Amalia García, Calderón se encontró con manifestaciones de organizaciones, por un lado anti-inmigrantes, y por otro, mexicanas, inconformes con las políticas que durante 26 años han aumentado alarmantemente la salida de millones de connacionales para buscar no una mejor vida sino lo mínimo necesario para la subsistencia de sus familias.

“La migración es una realidad con la que hay que aprender a convivir”, aseveró, y ejemplificó con la frontera sur México-Guatemala y el programa “frontera de oportunidades” que según él es modelo de respeto a los derechos humanos con los migrantes centroamericanos contradiciendo cientos de denuncias que se han interpuesto en la frontera sur en contra de autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM). Ofreció fronteras seguras (¿más militares?), recomendó no confrontarse con EU y que los mexicanos no deben verse como una amenaza pues están para “jalar” con el imperante país del norte. Por otro lado, declaró que “nuestra meta es que México sea el mejor país del mundo para las inversiones”.

Señaló que entre ambas naciones no habrá prosperidad si se cierran puertas, pues sus economías son complementarias y exhortó a que se dé una solución de largo plazo en materia de migración. Por otro lado organizaciones migrantes se manifestaron contra el aumento de las redadas en Los Ángeles y por la liberación de al menos 120 trabajadores mexicanos detenidos.

En la gira, Calderón no se reunió con Bush pero pidió apoyo para que se acelere el Plan México como parte importante del Área de Seguridad y Prosperidad para América del Norte (ASPAN). Los pocos minutos que Calderón ofreció a los paisanos son una de las primeras muestras de acercamiento, por cierto asimétrico, con sectores populares, sectores que por su importancia en la economía del país con el envío de remesas son incluidos en el discurso oficial cuando pisa territorio norteamericano. Es curioso que después de un año y dos meses en la presidencia, Calderón ha podido tener acercamiento con estos sectores en México (muchos de ellos, campesinos) sólo con un gran dispositivo de seguridad; su característica política antipopular planeada desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) ve en la distribución de la riqueza y en los circuitos de la economía popular un obstáculo para la acumulación del capital privado transnacional, que es una de las principales causas de la movilidad migratoria.

(16 de febrero de 2008)

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