6 de abril de 2008

El agua la da Dios pero no la entuba...

Por: Leopoldo Hernández

-“¿Ya se fijaron bien en el gigante que se van a echar encima? ¿Van a cargar con ese gigante? ¿Lo van a resolver?”, preguntó un señor en la puerta de su casa.
-“Vamos a trabajar”, respondieron los hombres.

Fueron 10 meses de pico y pala para cubrir los cerca de once kilómetros que separan el manantial de Peña Alta, municipio de Xico, de la congregación de Monte Blanco.

Recuerda Laurencio Calte Andrade que en un principio y a iniciativa del sacerdote José Melgoza, se había traído el agua potable de un manantial de la barranca de Comalapa, sin embargo, como esta se abastecía por bombeo, “se puso difícil pues se encareció el precio mes a mes” y en otras ocasiones escaseaba.

Era 1993 cuando unidos, Monte Blanco y Tejerías comenzaron a gestionar los permisos para traer el agua por gravedad desde Xico. No hubo respuesta. Reunidos en asamblea, decidieron formar un Comité encargado de organizar la obra para ambas comunidades. Recuerda Gerzaín Hernández Mendoza, quien realizó las funciones de tesorero en el comité, que en sus reuniones decidieron que entre todos iban a comprar el tubo, cooperar económicamente y realizar faenas. “Hay que sacrificarse porque el gobierno no va a hacer todo, nosotros anduvimos 9 meses buscando su ayuda y no nos pudo ayudar”.

Fue en marzo de 1994 cuando comenzó la hazaña.

José Abel Roque Muñoz, quien en ese tiempo colaboró como jefe de manzana, nos cuenta que organizados en 16 manzanas a nivel comunidad fue como se repartieron las faenas. “La gente respondió muy bien. En cada faena íbamos de 10 a 20 personas, así colaboramos entre todos”. Cada familia realizó entre diez y doce faenas.

“Primero escarbamos, pusimos el tubo y después a taparlo, todo esto entre todos, Monte Blanco y Tejerías. Si veíamos que alguien no podía acabar con su tarea le ayudábamos y vámonos”, nos dice orgulloso del trabajo colectivo Silverio Moreno. “Lloviera o no lloviera teníamos que ir a la faenas, llegábamos aquí llenos de lodo, pero el esfuerzo lo valió”.

Fue el ingeniero Rosas quien llevó la obra junto con las comunidades, recuerda Zeferino Martínez Mendoza, secretario del Comité en ese tiempo, y aunque se empezó a conformar la organización desde 1991, esta se detuvo unos años pues se inició la construcción de la carretera.

Manuel Peña Lerio recalca que “el empuje principal fue el de la comunidad que jamás se dio por vencida en traer el agua hasta acá. Por eso ahora tenemos agua de calidad”. Sin embargo, dijó que la conciencia que originó la unión de todos, siente que ahora se está perdiendo, pues el desperdicio crece y algunos en la comunidad no pagan por el servicio.

Después de 10 meses de trabajo, de 4000 faenas colectivas y con una inversión de $426,400 pesos, Monte Blanco y Tejerías se convirtieron en un ejemplo incluso para las cabeceras municipales, en organización y visión a futuro de un elemento indispensable para cualquiera: el agua.

Otro ejemplo en esta zona para lograr objetivos que beneficien a todos es Llano Grande. Ángel Andrade Cortés recuerda que a piocha y pala, rompiendo tepetate muy duro, piedra, en partes tierra y ladera, lograron traer desde Teczín el agua que ahora los surte.

“Antes sufríamos mucho, había unos pozos y a veces estábamos con candil, canteando la pocita que nacía. Íbamos al río a traer agua o al nacimiento que le llamamos “El Gallo”. Algunos vendían el agua a 5 pesos las latas. Las mujeres tenían que andar hasta el río con sus maletas de ropa para lavarla, ya llegaban tarde. A veces hasta con sus niños se iban”.

Fue Máximo y Mario Lerio junto con otras personas quienes comenzaron a reunirse con la comunidad para organizar lo del agua. “Váyanse comprando palas, piochas porque vamos a zanjear y hay que cooperarse”, dijo Don Máximo en una reunión. Al principio, nos dice Don Angel, unos no querían porque tenían desconfianza, porque a veces en las comunidades así es. Se juntaron como 20 mil pesos y nos pusimos a zanjear.
Aunque la comunidad estaba decidida en tener agua y trabajar por ella, no todo fue sencillo. “Esa agua pasa por muchos terrenos y potreros y no siempre fue buena la recepción de los dueños, algunos que zanjeábamos nos negaban el permiso de pasar, no querían que les tocáramos el pasto, había un problema pues”.

“Un día nos pusimos a poner la tubería y a taparla. Llegó el ingeniero y quería que la sacáramos. ¡Imagínate destapar 60 de hondo y ya tapado y todo!, ¿Cómo íbamos a destapar? Y ya así la dejamos y nos seguimos para abajo. Ya tomaron el agua así, como viene de gravedad, la tomaron así. Pasamos por un arroyo y le rascamos con las manos para que quedara el tubo y de ahí para acá, con tubo de cemento un tramito nada más, bien pesado. Llegamos hasta San Antonio y de ahí nos venimos”.

Si alguien sabe de los sacrificios de una obra de esta naturaleza es Ángel Andrade Cortés, nos cuenta: “Un día andaba con el quebrador de piedra y con el cuetero. En esa semana había ido 4 días a trabajar. En la tarde ya íbamos a salir y me dijo el de los cuetes: como no ardieron, pues ya nada más los vamos a descargar. A la hora de descargar que me truena el cuete y me llevaron para Jalapa. Me decían que hay que buscar un licenciado para ver eso y yo les dije que no quería meter en problemas al Comité, ni al ingeniero ni a nadie, lo que quiero es que haya agua, ya si me llego a ir, acompañan a la familia y todo”.

Con la autoridad y la experiencia exitosa de lograr cambios positivos para todos en su comunidad, se les preguntó a estas dos iniciativas ciudadanas cuál es la clave para lograrlo. Esto fue lo que nos dijeron:

“La unión es la fuerza, porque si quieren tener agua buena tienen que unirse. Como en Teocelo, entran presidentes y presidentes pero como el agua viene en canal no viene por tuberías, a veces trae hasta hojas, excremento de ganado. Los presidentes nada más prometen que les van a poner el agua, pero no, porque está difícil y si nada más quieren que los presidentes lo hagan, no se puede. Siempre tienen que unirse para hacer faenas, para excavar, porque ellos luchan por la tubería y uno pone parte del trabajo”.

“Todos lucharle, como nosotros le luchamos, porque en la unión está la fuerza y un pueblo unido sí la hace. Para tener agua buena hay que estar unidos, hay que cooperar y unirse, si no cómo vamos a tener agua. Si quieres tener agua y los otros no quieren pues cómo, uno solo no se puede, tiene que ser la unión”.

“Yo le diría a los de Teocelo por ejemplo, que lo hicieran como nosotros. Están bebiendo agua, pura cochinada, pura agua de canal, que viene del río. Teniendo manantiales más arriba, podrían meter buena agua para su pueblo, pero parece que ellos lo quieren de a gratis. Ya ve usted ahora, que así sea el Presidente de la República o el Gobernador, ya no dan nada de gratis las cosas. Tenemos que poner algo de nosotros. Si quieren que todo lo haga el gobierno no conviene, tenemos que hacer un esfuerzo como lo hicimos aquí. Hicimos un esfuerzo y lo logramos”.

(1 de marzo de 2008)

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