1 de junio de 2012

EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS


Verónica Carrillo

En América Latina y el Caribe 52 millones de personas pasan hambre y cerca de 9 millones de niños padecen desnutrición crónica. Hay una medida que puede mejorar de forma rápida y eficaz la disponibilidad total de comida: reducir el desperdicio. Hoy, millones de toneladas de alimentos en buen estado se desperdician cada día en el planeta.

Según la FAO, en México el descuido en el manejo de alimentos representa pérdidas de hasta 20% entre productor y consumidor, principalmente en cereales y frutas, sin contar el desperdicio que se genera a nivel de hogares, restaurantes y comedores. Cerca de 40 mil personas podrían alimentarse diariamente si se reciclase ese alimento.

Este enorme desperdicio indica que se compra mucho más de lo que se consume. Una gran cantidad del desperdicio de comida es resultado de la falta de conciencia de los consumidores: en el proceso de preparación de los alimentos caseros se dejan de lado muchos comestibles en perfecto estado. Estudios señalan que un 14% de los productos comprados en E.U. terminan en la basura sin haber sido abiertos, y lo mismo pasa con el 20% de la comida en Brasil.

Se ha desmotivado el reciclaje de la comida, debido a un exceso de “cultura de consumo rápido”: no adquirimos alimentos de forma responsable y planificada.

Sectores sociales han respondido al desperdicio que se genera. Un caso notable es el de los autodenominados “freegans”: personas que, por elección, se alimentan hasta en un 80% de comida recuperada de basureros de restaurantes o tiendas, en particular panaderías. Estos buscan crear conciencia sobre el desperdicio y boicotear a la sociedad de consumo.

El problema del desperdicio genera costos en tres niveles: pérdida económica para las familias que compran alimentos que no consumen; costo en procesamiento de basura que esos desperdicios generan, y costo para el medio ambiente por contaminación.

Uno de los sistemas de aprovechamiento de la comida en buen estado son los Bancos de Alimentos.

Desde hace décadas, estos servicios de recolección de alimentos (no perecederos) de los supermercados apoyan a las comunidades vulnerables con su redistribución. La Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre (ALCSH) contribuyen al desarrollo de estos bancos y promueve las leyes que favorezcan el proceso de donación de alimentos (conocidas como “del buen samaritano”) y fomenta cambiar la visión de los desperdicios alimentarios como basura para verlos como subproductos con valor económico. En este sentido, los municipios son los actores clave para establecer regulaciones y proveer facilidades para reducir el desperdicio alimentario y fomentar su reutilización.

Ahora, reflexionemos ¿qué desperdicio de comida hay en mi casa? ¿qué puedo hacer para aminorar el desperdicio de alimentos?

La próxima semana continuaremos…

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