LA CHATARRIZACIÓN DE NUESTRO FUTURO
Por: Veronica Carrillo Curi
¿Que fin perseguirá el gobierno federal al minimizar los efectos nocivos de la comida chatarra y no ir a fondo para prohibir su venta en las escuelas de nivel básico?
Este es un problema con muchas aristas. La que quiero comentar es en el sentido de la gobernabilidad que padecemos los ciudadanos de este país. Se han preguntado ¿para qué se tiene un gobierno democráticamente elegido? Bueno, una de tantas repuestas creo, es para obtener el bien común: aquellas condiciones de la vida social que es compartida por y en beneficio (en el sentido de un mejoramiento integral, no sólo físico o económico) de todos los miembros de una comunidad (los hombres, las familias y las asociaciones).
El bien común es único y sólo con la colaboración de todos puede ser alcanzado, aumentado y protegido. Afecta la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. Así el bien común es también fin común. Algo no necesariamente existente, pero alcanzable.
Con esa base: ¿De verdad estamos trabajando por el bien común en la sociedad mexicana? ¿Existirá la posibilidad de cambiar nuestros hábitos alimenticios? ¿Podremos dejar de comer “comida chatarra”?
Resulta lamentable que el Secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, no aplicara el concepto (tan panista) del bien común al minimizar los efectos nocivos de la comida chatarra y no ir a fondo para prohibir su venta en las escuelas de nivel básico. La presión social no importó. El proyecto de presentar una lista de alimentos que se podrán vender en raciones más reducidas no resuelve el problema de obesidad infantil que está condenando a las nuevas generaciones a enfermedades crónicas.
El costo económico, social y en las finanzas públicas ya es enorme y seguirá creciendo porque pesó más el interés de las trasnacionales de la industria alimentaria que el colectivo.
Las propias autoridades, el año pasado gastaron 42 mil millones de pesos en atender enfermedades relacionadas con el sobrepeso, en sí mismo, además de: las enfermedades del corazón, la diabetes del tipo II, las caries y la celulitis. Todas enfermedades controlables y evitables.
Además, fomentar la comida chatarra es una forma de mantenernos controlados. Fíjense: si nosotros no abrimos nuestras papilas gustativas a los diversos sabores, colores y aromas alimentarios, reducimos la posibilidad de enriquecer nuestra calidad de vida y minimizamos nuestras capacidades mentales, porque una nutrición pobre afecta nuestros procesos neurológicos. Al malnutrir a nuestro músculo cerebral debilitamos los impulsos del cerebro. ¡Qué fuerte!
La comida chatarra nos brinda grasas, colesterol, azúcares y sal, mientras una verdadera comida nos debe proveer carbohidratos de alto valor nutrimental, fibras, proteínas, vitaminas y minerales necesarios para el rendimiento del cuerpo.
Seguramente no es fácil, pero poniéndonos a pensar ¿qué tanto es tantito?: tantito que las mamás nos levantáramos temprano para darles un buen desayuno a los niños que es la comida más importante del día; tantito que pensáramos en prepararles un buen refrigerio; tantito que no compráramos todos los días las golosinas que les compramos al final de la jornada escolar; tantito que cocináramos sopa, guisado, frijoles y agua hecha en casa; tantito que quisiéramos aprender a preparar botanas saludables y económicas, veríamos el tantote que se ahorra y el tantote que beneficiamos nuestra salud…
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