Es indudable que desde antes, y cuando fue construido el palacio municipal de Ixhuacán, hubo personas que gustaron de las representaciones teatrales, ya que en el salón grande de la planta alta se construyó un foro para esas representaciones; ese foro estaría como setenta centímetros más alto que el piso; su frente era semicircular.
Contaba con las instalaciones necesarias para colgar el telón de fondo, el telón de frente con sus poleas, y para colgar las bambalinas. Había en él, además, un hueco con su tapa en el que se ocultaba el apuntador.
Contaría yo con cuatro o cinco años de edad cuando mi padre me llevaba a ver algunas obras de teatro que presentaba un grupo de personas de Teocelo, organizado por el sacerdote José María López (Padre Pepe), párroco de dicho lugar. Mi padre me tomaba en brazos para que pudiera yo ver.
Recuerdo sólo una escena en la que a la mitad del foro, al abrir el telón, apareció un hombre sentado en una silla al que ataron del cuello con una cuerda, de tal manera que quedaban dos puntas largas, y desde los extremos laterales del foro, otros dos actores tiraban de esas puntas, aparentando, con sus movimientos, que lo hacían con mucha fuerza. Recuerdo que entre los espectadores alguien gritaba: ¡órquenlo! ¡órquenlo! ¡órquenlo!.
En Ixhuacán, entre las personas apasionadas por el teatro, conocí a la profesora Luisita Flores, a Don Jenaro Muñoz, a Don Raymundo Morales, a Don César Hernpandez, a Doña Georgina Valdivia y otras más.
La gente del pueblo asistía al teatro sin pagar; los gastos que se originaban eran cubiertos por los mismos organizadores y actores. Como no había luz eléctrica, el salón y el escenario se iluminaban con quinqués de petróleo.
Cuando desempeñaba mi trabajo de profesor en Ixhuacán, fui también organizador y algunas veces, actor; pero desde la primaria participaba yo en obras sencillas, en las que los chiquillos salíamos a escena con patillas,bigotes y barbas que nos pintaban con un corcho quemado.
Actualmente solo se hacen algunas representaciones teatrales en semana santa, sobre la pasión y muerte de Jesús.
Son dignos de admirar: el vestuario, la buena voluntad, el gusto y el esfuerzo de los jóvenes que participan en estas representaciones.
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