27 de julio de 2015

PRIMERA LLAMADA...

Se cumple el primer año y medio del periodo de gobierno de los alcaldes en Veracruz, que en esta ocasión pasó de 3 a 4 años. Es decir de 2014 a 2017.

Por esa sencilla razón, ahora los ciudadanos empezamos a lamentarnos: si antes que eran tres años no los aguantábamos, menos ahora que son cuatro...

Sin embargo, las quejas no transforman la realidad. Pero las acciones sí.

La primera acción ciudadana debe ser colectiva, para dejar de ser meros espectadores y convertirnos en actores y constructores de nuestro propio destino, al margen de los partidos políticos y en actitud crítica y fiscalizadora del desempeño de nuestras autoridades más cercanas, es decir: alcaldes, síndicos y regidores.

En otras palabras, necesitamos pasar de la democracia representativa (que se reduce al día en que votamos por un candidato/a y nos olvidamos de los asuntos públicos hasta la sigueinte elección), para pasar a una democracia participativa, rica y diversa en fórmulas de control y contrapeso ciudadano hacia nuestras autoridades.

En algunos de nuestros municipios, pequeños grupos ya vencieron la pena, el miedo y la decidia y vienen conformando comités ciudadanos de distinta naturaleza, bajo una mentalidad de corresponsabilidad y coadyuvancia con las autoridades, pero también presionando a que ediles y demás servidores públicos cumplan con las obligaciones que les impone  la ley.

En otras regiones de Veracruz y del país, las cosas ya se empezaron a salir de control y, enardecidos, los ciudadanos están tomando carreteras, palacios municipales, quemando patrullas e incluso armándose con machetes y palos para defenderse de la delincuencia, ante la incompetencia de los tres niveles de gobierno o la franca complicidad de funcionarios con el crimen organizado.

Para no llegar a esos extremos, aunque poco falta, se requiere entonces un cambio de actitud y de mentalidad, para ensayar acciones de control democrático municipal,  de modo que futuras generaciones puedan tener bajo control a sus autoridades y lograr gobiernos más eficientes, transparentes y democráticos.

Mientras tanto, al cumplirse este primer año y medio de los periodos de gobierno municipal hay que preguntarnos si alcaldes, síndicos y regidores se están conduciendo con la debida transparencia y honradez en el manejo de las contribuciones y participaciones federales; si los representantes  comunitarios y vocales de Control y Vigilancia son auténticos defensores del pueblo o figuras de relleno en los  Consejos de Desarrollo Mnicipal para validar  la corrupción entre ediles, servidores públicos y empresas constructoras; si los sueldos y compensaciones que perciben los miembros del cabildo y demás empleados de confianza se justifican o estamos ante más casos de abuso, derroche o pago de facturas políticas.

Es posible que en apenas 18 meses no se pueda pedir más obra y más resultados, pero lo que no podemos dejar de recordar es que  si los ciudadanos ponemos los votos para que ellos gobiernen y administren y además ponemos los dineros para sus sueldos, entonces los ciudadanos somos sus  patrones  y  ellos nuestros empleados.

Además, para bajarlos de su pedestal y de su confort, hay que recordarles que tanto la Constitución Federal, como la de Veracruz, pero sobre todo la Ley Orgánica del Municipio Libre, por decir lo menos, establecen  mecanismos y procedimientos que no solamente  avalan nuestra calidad de contralores sociales, sino que además nos marcan la ruta jurídica a seguir cuando se llegue el momento de tener de desaforarlos o revocarles el mandato, si no cumplen, se corrompen o andan en malos pasos, como pasó con Juanelo.

 En menos de un año, Roberto Pérez Moreno dejó de cumplir los compromisos de campaña, hizo fortuna al amparo del poder y -se presume- entró en tratos con un grupo de la delincuencia organizada; y por si fuera poco, ordenó el secuestro y ejecución de su propio tesorero municipal, según se desprende del expediente que el  Fiscal General del Estado entregó al Congreso del Estado.
¡Quién propuso la candidatura de Juanelo¡, ¿Quiénes votaron por él? ¡Acaso el síndico y los ocho regidores no vieron nada, no supieron nada o porqué no hicieron nada; tienen responsabilidad, fueron cómplices?

Consecuencias de la democracia representativa.

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