18 de febrero de 2014

RELIGIÓN, POLÍTICA Y NEGOCIOS


Debe emprenderse ya el rescate de nuestras auténticas fiestas patronales, para impedir que intereses mezquinos las sigan desvirtuando, incluso a veces con la acción o la omisión de párrocos y alcaldes.
El tema ya se discute en Ixhuacán, Teocelo, Cosautlán, Xico, Ayaualulco y Coatepec.

Cada año, la feligresía ve con impotencia cómo su tradicional fiesta en honor al santo patrono, pasa a segundo plano, por la estridencia de altísimos sonidos, calles sucias con  orines y basura, robos, pleitos y parques convertidos en cantinas públicas.

Recientemente, bajo el concepto de “turismo religioso” se han querido cobijar los más diversos negocios, algunos no tan inofensivos, simplemente para sacarle el dinero a la gente, utilizando de pretexto –de trampolín, pues- la fe católica.

Por ejemplo debe investigarse cómo las empresas cerveceras se asocian con funcionarios municipales para que se les permita apropiarse de nuestros  espacios públicos – salones sociales, parques, campos deportivos-, permitiendo el consumo a menores y dejando toneladas de basura sin pagar un centavo de impuesto.

También está el  caso de los bailes, que asociado al consumo de alcohol, sigue siendo un misterioso negocio de alcaldes, síndicos, regidores, tesoreros y directores de comercio, con empresarios del espectáculo y compañías cerveceras; eventos que además ocasionan violentas riñas y una progresiva   adicción a las bebidas entre jóvenes y señoritas.

No está mal que la gente se divierta sanamente y que los comercios locales aprovechen la derrama económica que dejan los visitantes en cada fiesta patronal, lo que se cuestiona es la vileza y el oportunismo impune con que un puñado de bandidos pisotean lo que ante nos unía como comunidad y ahora es motivo de discordia, encono y desprestigio.

Por ello, no es descabellada la idea de que muy pronto debería existir  una definitiva separación entre lo religioso y lo pagano, de modo que cada cosa tenga su propio espacio y su propio tiempo, distinguiéndose claramente una fiesta patronal de una feria agrícola, comercial, ganadera, industrial o artesanal.

Esto no será fácil ni rápido, pues habrá la resistencia obvia de quienes económica y hasta políticamente han lucrado con nuestras auténticas tradiciones,  por lo que la iniciativa queda al escrutinio de párrocos, consejos parroquiales y feligresía, por un lado, y a discusión pública entre autoridades y ciudadanos, para tomar la mejor decisión.

Tema aparte, que se asocia a todo lo anterior, es el dinero público que por sus pistolas utilizan nuestras autoridades municipales para echar la casa por la ventana, sin rendirle cuentas a nadie y aprovechando la ocasión para llenarse los  bolsillos.  

Pasar de la democracia representativa a la democracia participativa será entonces también un buen propósito de año nuevo, para poner límites y condiciones a quienes nos gobiernan.

No hay comentarios: