TOMADO DE LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCE A CONTINUACIÓN LA PÁG. 59
No soy sonámbulo, pero caminé dormido por un sendero entre manchones de flores, y a los lados, tupidas ramas de árboles grandes y de arbustos; después de haber andado buena parte del camino, me sorprendí por haber llegado a un lugar muy plano en el que había tres calles amplias y muy largas; dos de ellas en ángulo recto y la otra en diagonal; a los lados de cada una, había casas de madera construidas todas de igual forma y muy bien alineadas, que lucían con mucha gracia su belleza, su sencillez y sus diferentes y suaves colores.
Detrás de las casas patios con árboles; calles y patios con suelo de tierra compacta, muy limpios, como recién barridos.
En una de esas calles había piedras enterradas, todas lisas, parte de ellas se dejaba ver sobre el nivel del suelo como si fueran lomos de hipopótamos dentro del agua, y también perfectamente alineadas; yo me preguntaba si la forma y colocación de esas grandes piedras habría sido obra de los hombres, o de la naturaleza.
Como se notaba la ausencia completa de personas, me sentí en esos momentos como el único dueño de aquel extraordinario lugar, y situado en donde convergían las calles, quedé extasiado recreando mi visita, y de repente, un fuerte ruido me despertó, e impidió que siguiera disfrutando de aquel maravilloso sueño.
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