TOMADO DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCE A CONTINUACIÓN LA PÁG. 87.
Un ser que merece nuestro agradecimiento y respeto es el árbol.
Es refugio de animales y protector contra los abrasadores rayos del sol.
Ofrece su madera como materia prima, la cual se utiliza en infinidad de formas.
Nos alimenta con sus frutos.
Proporciona substancias curativas con las que combatimos enfermedades.
Encierra en su existencia y en sus funciones, uno de los milagros en que sí creo.
Su raíz se encarga de fijarlo a la tierra, y de absorber de ella los jugos con que se alimenta.
Su tallo, además de ser el sostén de las ramas, conduce los líquidos que lo nutren desde la raíz hasta las hojas, de las que cada una de ellas constituye un maravilloso laboratorio que transforma la sabia en alimento, por acción de la clorofila junto con los rayos del sol (la fotosíntesis).
Los árboles purifican el aire al convertir en oxígeno el bióxido de carbono, y otros desechos contaminantes que los humanos producimos en las combustiones.
Con frecuencia he escuchado el consejo de que cuidemos al agua; pienso que ese consejo tan importante, debe llevar a su lado el de cuidar los árboles, pues éstos, además de retener la humedad del ambiente, con sus raíces contribuyen al mantenimiento de los mantos acuíferos, regulando el escurrimiento del agua de lluvias.
Impiden la erosión de los terrenos, manteniendo con ello la fertilidad de los suelos.
Por si eso fuera poco, nos regalan el placer de poder contemplar y admirar su belleza.
Tierra sin árboles, es tierra muerta.
La tala inmoderada de bosques y de selvas, es sin duda una de las causas del sobrecalentamiento de nuestro planeta.
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