17 de julio de 2012

UN CERRO


TOMADO DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCEN A CONTINUACIÓN LAS PÁG. 69 Y 70.

Un cerro que se encuentra al sureste del pueblo de Ixhuacán, tiene cantidades inmensas de piedras de cal.

Supongo que en épocas lejanas, hubo en mi pueblo quienes se dedicaran al trabajo de convertir en cal dichas piedras, pues varias personas afirmaban haber visto ruinas de hornos abandonados.

Ignoro todos los detalles de la realización de ese trabajo; pero puedo afirmar que no les fue fácil dadas las condiciones de esos lugares escabrosos, en los que había que cortar la leña para encender el horno, buscar la piedras, romperlas, llevarlas al horno, colocarlas en él y encenderle fuego.

Una vez quemadas las piedras, había que esperar cierto tiempo para que enfriaran y poder transportarlas.
El cerrojo tiene accesos que se presten para que transiten las bestias de carga, por lo que los mismos horneros tenían que bajar la cal en costales, cargándolos en sus espaldas, exponiéndose a rodar, o a que les cayera la lluvia y les quemara, ya que la cal en piedra reacciona con el agua.

Para apagar la cal, los albañiles formaban un ruedo con arena, de dos metros de diámetro aproximadamente; dentro de ese ruedo se depositaban las piedras y después de ponerle suficiente agua, removían las piedras con azadón, al que se le acondicionaba un mango suficientemente largo para facilitar la maniobra.

Si la cal apagada es enterrada, conserva su calidad durante mucho tiempo.

Manejar la cal o la argamasa directamente con las manos, resultaba peligroso. Pues la cal daña fácilmente la piel.

Había que cuidar muy bien los ojos, ya que la gota más pequeña si llegaba a entrar en ellos, producía ardores insoportables.

Es indudable que las más antiguas construcciones del pueblo, como tres de los cinco templos, el palacio municipal, muchas casas y muchas bóvedas de los cementerios, fueron construidas con cal del cerro a que me refiero.

Pienso que la mayoría de quienes poseemos una casa, creemos que al poseerla es únicamente mérito nuestro, sin tomar en cuenta que para lograrlo, han intervenido manos de personas que con mucho esfuerzo han contribuido para ello; desde tomar de la naturaleza la materia prima, hasta la completa terminación, ya sea de una sencilla vivienda, o ya, la de un lujoso palacio.  

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