1 de marzo de 2012

SE BUSCAN LÍDERES

Ahora que la fiebre político-electoral invade los medios de comunicación y la propaganda de rostros, emblemas, colores y partidos pretenden enganchar a un electorado cada vez más decepcionado  por las malas prácticas y peores resultados de funcionarios  de los tres niveles de gobierno, conviene promocionar la idea de que el verdadero cambio que necesitamos todos tiene que surgir de abajo, desde nuestras familias, comunidades y municipios.

Se necesitan líderes en la casa. Padres de familia que no se acobarden para que  formen y eduquen a hijos –futuros ciudadanos-, que no se arrodillen a cualquier santo, funcionario o candidato. Papás y mamás que dialoguen con niños y jóvenes  para transmitirles el mensaje de que les tocará un futuro incierto y que más les vale ser críticos y propositivos desde ahora, para que sus familias tengan mejores condiciones de vida. En fin, necesitamos matrimonios o parejas que sean ejemplo de congruencia, para que desde cada célula de la sociedad nos comprometamos a no ser ciegos, sordos y mudos, ante la realidad que nos lacera.

Se necesitan líderes en la escuela. Profesores que anteponga el  bien común a los intereses de perversos líderes sindicales y que se opongan  a la educación chatarra que se imparte en la gran mayoría de las escuelas públicas –con sus honrosas excepciones-,  con la complacencia de  una burocracia que nos resulta cara  e ineficiente.  Maestras y  académicos que se pongan la camiseta y las pilas también  para exigir  al gobierno destinar al menos el 8% del Producto Interno Bruto para que en todo México se imparta una educación,  crítica, científica y popular. Y Sociedades de Padres de Familia que hagan contraloría ciudadana y no comparsa con directoras y directores que sean  mañosos  y  autoritarios.

Se necesitan líderes en las comunidades. Para que comités, juntas de mejoras, jefes de manzana, cooperativas, ejidos, clubes deportivos y demás formas de representación, sean verdaderos instrumentos de diálogo y construcción de acuerdos, para que en democracia se tomen las mejores decisiones y sirvan para una interlocución con  los tres niveles de gobierno, que al mismo tiempo que  animan a  pedir y exigir, también fomentan la cultura de la corresponsabilidad y la participación ciudadana, que pase de la protesta a la propuesta. Formas de representación que además no tengan compromiso con candidatos o partidos y que rindan cuentas de los dineros de la gente.

Se necesitan líderes en las parroquias. Curas o sacerdotes que no propaguen la  doctrina del miedo a Dios, sino la confianza en el rebaño para que no se crean  el cuento de la barita mágica o los milagros caídos del cielo, como si todos nuestros problemas se podrían resolver sin esfuerzo alguno. Párrocos que abran los ojos de una feligresía no acostumbrada todavía  a ver, pensar  y actuar. Ministros de la palabra  seguidores del   Jesús histórico –el de carne y hueso- que no se arrodilló al Sanedrín ni dejó representantes en la Tierra. Párrocos humildes y austeros que  saben ganarse  la confianza de la gente.  Verdaderos liberadores del pueblo y representantes de la otra iglesia, la de los pobres.

Se necesitan líderes en las organizaciones de la sociedad civil. Asociaciones civiles sin fines de lucro, pensadas para ayudar al prójimo y no agrupaciones que  simulan  ayudar  al prójimo  pero  lucran y se enriquecen indebidamente. Organizaciones ciudadanas que sirvan como puente para “bajar” recursos públicos y privados  que eleven  el nivel de vida de los más pobres y no para elevar el nivel de ingresos de sus directivos. Instituciones que sean ejemplo de transparencia y rendición de cuentas de sus dineros y operaciones, con órganos de gobierno fiscalizados por entes internos y externos.  Actores de una ciudadanía que sean verdaderos referentes de democracia, congruencia y equidad.

Se necesitan líderes en los ayuntamientos. Servidores públicos casados con el servicio a la comunidad, no improvisados funcionarios que trabajen de lunes a viernes y horarios reducidos, con salarios de  príncipe o princesa. Ediles que no repartan medio tiempo en palacio municipal y medio tiempo en su changarro o plaza adicional. Alcaldes, síndicos y regidores de tiempo completo, de conducta ejemplar y desempeño óptimo, para que se ganen el respeto, el cariño y la consideración  de la ciudadanía que los rentó por tres años.

Personas de la comunidad dispuestas a mandar, pero obedeciendo a quien pone el dinero para sus sueldos.

Representantes del pueblo que no se arruguen ante la delincuencia organizada y que no se molesten cuando la gente los critique por excesos y errores.

 En fin, si desde estos ámbitos de la vida  pública y privada aportamos lo mejor de nosotros mismos, desde cada una de nuestras trincheras, será posible  empujar los  cambios que regeneren el tejido social de una sociedad que ya ha sido agraviada de muchas formas: pobreza extrema, abandono del campo y los campesinos, desempleo, falta de acceso a una  educación con calidad, daño ambiental por todas partes, violencia y delincuencia organizada fuera de control,  abuso de poder de la partidocracia, corrupción e impunidad en los tres niveles de gobierno…Por decir lo menos.

Ningún candidato, partido o gobierno, por sí solo,  será capaz de revertir  la tendencia  que nos dejan más 70 años de partido único y 12 años de supuesta alternancia. Los problemas tienen rebasados a los tres niveles de gobierno, a los tres poderes de la Unión y a los tres partidos políticos con mayor poder de decisión.

Bajo este escenario, algunos piensan que mágicamente nos podría funcionar el refrendo del llamado “voto útil” , para sacar ahora  al PAN de Los Pinos, como se nos pidió en el 2000 para sacar al PRI de Palacio Nacional, votando en julio  por el candidato de las izquierdas. Otros se han resignado a creer que al del copete engomado  ya nadie lo alcanza, según las encuestas;  algunos más pregonan que es  mejor “malo por conocido, que bueno por conocer” y que es muy probable que  una mujer  logre sacar al buey de la barranca.

Aunque no tenemos bola de cristal y en julio próximo uno de los tres ganará la silla presidencial, lo que viene pronto para México  será  un verdadero cambio de época –como lo  dijeron los mayas-, donde los líderes de nuevo tipo, auténticos representantes del pueblo, serán los verdaderos artífices de nuestra tercera  revolución social.

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