TOMADO DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCEN A CONTINUACIÓN LAS PÁG. 71 Y 72.
En Ixhuacán se tenía por costumbre llevar a bendecir en determinada fecha religiosa, las semillas del maíz y del frijol que se utilizarían para la siembra.
El día de San Diego eran llevados también al templo, algunos panes para que fueran bendecidos.
El día de San Antonio Abad, acudían muchas personas al frente del templo llevando sus caballos, burros, mulas, reses, gallinas, guajolotes, perros, gatos, borregos y cerdos, para que recibieran la bendición; bendición que nos les libró, ni del trabajo a unos, ni de haber sido convertidos en chicharrones o en barbacoa, a otros.
El día de la Candelaria, el sacerdote que oficiaba la misa, al tiempo en que decía una plegaria colocaba momentáneamente dos velas de cera, como formando una equis en el cuello de cada uno de los asistentes. Según la creencia, esto libraría a la persona de los males de la garganta.
Durante el mes de mayo era común la parada de las cruces en las siembras de maíz, supuestamente para que la siembra estuviera protegida. El dueño de la siembra buscaba un padrino quien adquiría el compromiso de comprar la cruz y adornarla con flores y con listones.
El grupo de quienes acudían a la parada de la cruz, se formaba con familiares de los dos compadres y con algunos amigos de ambos.
Para que la cruz quedara visible, se buscaba una garrocha fuerte y alta en cuya punta era asegurada la cruz. En el momento de clavar la garrocha en el suelo, se hacían estallar algunos cohetes.
Después de la ceremonia buscaban un árbol cercano que les protegiera de los rayos del sol, y bajo su sombra se disponían a sabotear la comida, en la que además del arroz, no podían faltar las enchiladas de mole, con muchas rebanadas de cebolla, con queso desmoronado, acompañándolo todo con un jarro de pulque.
Varias veces formé parte del grupo y puedo asegurar que entre las cosas buenas de la vida, está el disfrute de la comida en el campo teniendo como marco la naturaleza, y como techo el espacio; y en lugar de mesa y sillas, la hierva fresca.
Si alguien llevaba una guitarra, acompañados con ella, alegres nos poníamos a cantar. La costumbre de parar cruces en las siembras, ha sido tradición que lleva también como finalidad, la convivencia entre familiares y amigos.
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