1 de diciembre de 2011

LA REVOLUCIÓN MEXICANA, EL INICIO DE LA LUCHA POR EL VOTO FEMENINO. (II/II)

Beatriz Mora


Para mediados de 1945, el candidato para el próximo periodo presidencial era Miguel Alemán. Durante su campaña, fue muy claro el cambio de las mujeres en la forma de pedir el derecho al voto. El 27 de julio de ese año organizaron un mitin en apoyo al candidato donde le solicitaron el derecho al voto. En su retórica Miguel Alemán insistía en que las mujeres tienen “características propiamente femeninas” que no se perderían al otorgárseles derechos cívicos. Les pedía, como una especie de garantía para asegurar la reproducción de la familia, que no dejaran de ser en el hogar “… la madre incomparable, la esposa abnegada y hacendosa, la hermana leal y la hija recatada…”. Además quedaba claro en su discurso que otorgar el voto municipal a las mujeres no ponía en riesgo su papel en el hogar porque se entendía que administrar el municipio era como organizar una casa más grande. Ya en el poder, Miguel Alemán cumplió su promesa y envió al Congreso la iniciativa para modificar la fracción I del artículo 115, lo cual se hizo el 17 de febrero de 1947, sin embargo, NO otorgó el voto en el ámbito federal, sólo fue municipal.

El primer paso estaba dado y las mujeres comenzaron a participar activamente en la vida política de los municipios y en general en todos los aspectos de la vida pública. Una de ellas, Amalia Castillo Ledón, comenzó a destacar mucho no sólo al interior del país sino también en el extranjero: primero se convirtió en vicepresidenta y después en presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres, organismo que, entre otras cosas, luchaba por obtener el voto de las mujeres de América Latina.

Cuando Adolfo Ruiz Cortines fue elegido candidato por el PRI para el próximo periodo presidencial, en 1952, las mujeres priístas –encabezadas por Margarita García Flores, dirigente femenil del partido—, organizaron una asamblea en la que le solicitaron la igualdad de derechos políticos para las mujeres. En aquella asamblea marcó su posición con respecto a las mujeres. Consideró que debían participar en política no por un sentido de justicia, sino porque desde su hogar ayudarían a los hombres, resolverían con abnegación, trabajo, fuerza espiritual y moral, problemáticas tales como la educación y la asistencia social.

Así participarían en las campañas de alfabetización, contra la carestía de la vida, por el incremento de la producción y la resolución de problemas como habitación, alimentación, vestido, medicinas, es decir, todo lo que solucionaban cotidianamente las madres, las esposas y las amas de casa mexicanas.

Obviamente, aquellas mujeres que no cumplían con los papeles tradicionales, quedarían fuera de las actividades políticas que el partido oficial les había reservado. Las mujeres sólo eran importantes porque alentaban a sus compañeros en el vivir diario y por su papel materno. Su importancia radicaba, entonces, en ser madres y esposas abnegadas y morales, cualidades que eran, para Ruiz Cortines, las “femeninas” por excelencia.

El 1º de diciembre de 1952, al tomar posesión de la presidencia, Adolfo Ruiz Cortines declaró: “… ya promuevo ante Vuestra Soberanía las reformas legales pertinentes para que la mujer disfrute de los mismos derechos políticos que el hombre.” Hace 58 años, el 17 de octubre de 1953 apareció en el Diario Oficial un decreto en el que se anunciaba que las mujeres tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular.

Esto fue el resultado de un largo proceso que había comenzado desde la Revolución mexicana, donde la incorporación de las mujeres fue importante, no sólo como acompañantes de los hombres y realizando sus tareas tradicionales (lavar, cocinar y cuidar a sus hijos, entre otras), sino que también un papel activo y protagonista en las actividades militares.

El sufragio femenino significa el reconocimiento a la igualdad en la participación política, el que cada mujer pueda decidir sobre su vida, y además acepta la posibilidad de la elección de mujeres para estar en cargos de representación pública, derecho ejercido anteriormente sólo por hombres. Sin embargo, este reconocimiento no fue un obsequio ni una concesión, sino un derecho.

En la historia de México aún no hay una mujer presidenta de la república. En el estado de Veracruz apenas el 10 por ciento de los municipios son gobernados por mujeres. En Teocelo sólo ha habido 2 alcaldesas a lo largo de la historia: Amelia Cerecedo y Noemí Guzmán.

La finalidad es que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres para llegar a cargos de elección popular, que sean participantes activas y que puedan tomar decisiones por ellas mismas, y dejar de imponerles el rol de meras acompañantes. Sin embargo, también es importante mencionar que el hecho de que las mujeres lleguen a cargos de elección no asegura ni que haga un buen trabajo, ni que tome decisiones por ella mismas ni que tenga una perspectiva de género. Pues lo anterior no lo determina el ser hombres o mujeres sino las capacidades individuales. Lo que sí es importante es la igualdad de derechos y oportunidades en este caso para el acceso a los cargos de elección popular y para decidir libremente si votar o no y por quién votar.

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