¿Ejército de Reserva?
Los
operativos de militares y marinos por nuestra región, en los últimos
tres meses, y las pesquisas que realizan policías estatales y
municipales, de forma ordinaria, ponen al descubierto la manera en que
la delincuencia organizada está dañando el tejido social –nuestra
convivencia diaria-, sobre todo cuando utilizan a los jóvenes de
nuestras propias familias y comunidades para planear y ejecutar robos,
secuestros, extorsiones y homicidios.
Aprovechan los
operadores de esas redes del crimen y la narco-delincuencia, que la
mayoría de esos jóvenes no tienen escuela ni trabajo y no en pocas
ocasiones pertenecen a familias disfuncionales; caldo de cultivo ideal
para que los recluten, ofreciéndoles dinero, droga, alcohol, armas,
vehículos, mujeres, poder, a cambio de “emplearse” en la comisión de
delitos.
Algunos incluso son menores de edad y ya
también se pueden ver en las imágenes de la televisión y los
periódicos, los rostros de jovencitas que han sido capturadas por las
diversas corporaciones, al probarse su participación en la comisión de
diversos ilícitos, por lo que las cárceles están llenos de ellos. Todos
son parte del llamado Ejército de Reserva, pero de la delincuencia
organizada.
Otros nuevos agravios que se
comenten, de forma silenciosa y sin que haya denuncia de por medio, son
los intentos de extorsión que se cometen vía telefónica contra personas
en lo individual o dueños de negocios en cabeceras municipales y
congregaciones; el “cobro de piso” que realizan en plazas públicas,
mercados y comercios establecidos, bajo amenaza de secuestro o violencia
contra familiares o establecimientos, si no pagan “la seguridad que se
les brinda”; y el “pago de nómina” de parte de la delincuencia hacia
policías mal pagados y servidores públicos para que “se hagan de la
vista gorda”.
Pero lo que más facilita la incursión y
operación de las bandas delincuenciales, es la compra de conciencias y
voluntades entre los miembros de nuestras comunidades, también
necesitados de empleo, que pasan a formar parte de una red de
informantes y beneficiarios, mejor organizados que en Oportunidades y el
programa Adelante, para facilitar la comisión de delitos y alertar a
sus jefes sobre la presencia de las fuerzas del orden y los operativos.
Es
en esta última vertiente en la que el crimen organizado planea
capitalizar las necesidades de la gente, para que sus ilícitos negocios
tengan arraigo en la comunidad, sin tener que poner “oficinas” de esta
“industria sin chimeneas” y creando los empleos que no genera el
gobierno.
No será fácil extirpar de nuestro tejido
social este tumor canceroso, pues tiene también el ingrediente de la
descomposición familiar y la crisis social, económica y política del
sistema, y es posible que lo peor esté por ocurrir si las bandas se
enfrentan por el dominio de los territorios y las fuerzas federales
tratan de contenerlos sin inteligencia, mientras nuestros gobernantes
entierran la cabeza en la tierra, en vez de prevenir y estructuras
planes de contingencia, para revertir esa tendencia.
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