16 de abril de 2011

HABLANDO DE MUJERES

Por coincidir por completo con la postura y argumentos de Sara Sefchovich, escritora e investigadora de la UNAM, reproducimos a continuación lo que publicó el pasado 10 de Abril en el periódico El Universal.
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“El presidente Calderón eligió a Marisela Morales Ibáñez para encabezar la Procuraduría General de la República. Inmediatamente el Instituto Nacional de las Mujeres lo aplaudió y su presidenta declaró que el organismo “está contento porque haya una mujer más en el gabinete”. También la directora regional de la ONU Mujeres lo celebró diciendo que “nuestra opinión es que siempre debe haber más mujeres en los espacios de decisión y liderazgo”.

Según la presidenta de Inmujeres, con este nombramiento “el tema del acceso a la justicia para las mujeres se beneficiará”, lo que también piensa la vocera de la bancada del PRD en San Lázaro quien afirmó que ella “pondrá atención a las investigaciones sobre feminicidios y fortalecerá el trabajo de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las mujeres”.

Bueno, pues esto es exactamente a lo que yo llamo “mujerismo”, es decir, usar argumentos sustentados en el “esencialismo”. Se considera que con tal de que sea una mujer la nombrada, no importa nada más. Y no sólo eso, también se considera que por ser mujer la hará mejor que los hombres y además que por ser mujer se preocupará por atender las necesidades de las mujeres.

Desde mi punto de vista, los nombramientos para cualquier cargo deberían tener que ver con el talento, capacidad y experiencia de las personas y no con su género. Reconocemos que Michelle Bachelet fue una gran presidenta, pero también Lula da Silva, y que Margaret Thatcher fue tan de derecha como Ronald Reagan. Que Hortensia Bussi compartía las ideas de Salvador Allende, pero que Imelda Marcos en Filipinas y Leila Trabelsi en Túnez le entraron con singular alegría a las corruptelas y aprovecharon para hacer negocios a la sombra de los gobiernos de sus maridos. Índira Gandhi hizo mucho por modernizar a India, pero Madame Mao en China, Carmen Polo en España y Lucía Pinochet en Chile no hicieron nada por evitar la represión ordenada por sus maridos, de la que estaban perfectamente enteradas. Y hoy Hillary Clinton consideró adecuado mandar aviones a bombardear Libia, como hicieron sus antecesores varones en tiempos de Bush con Irak y Afganistán.

De modo pues, que no hay nada que permita afirmar que las mujeres son todas y por definición sensibles y sensatas, con vocación social y de servicio, factor de armonía y equilibrio. ¿En base a qué se decide que las mujeres y todas las mujeres tienen esas cualidades? ¿A partir de qué se puede asegurar que ellas son seres más morales que los varones?

Como escribe Katha Pollit, decir que las mujeres son moralmente superiores a los hombres por el sólo hecho de ser mujeres, significa atribuir como natural a la feminidad ciertas virtudes particulares (compasión, paciencia, sentido común, no violencia), lo cual no es así.

Las mujeres pelean por puestos, prebendas y reconocimientos y pueden ser tan ambiciosas, agresivas, duras, racionales y frías como cualquier hombre, mientras que también hay hombres nutricios, cálidos, generosos y pacifistas.

Pero sobre todo esto: lo importante para las mujeres no es si llega a un puesto de poder una mujer o un hombre, sino si tiene una agenda de género, y esta consiste de manera muy puntual en luchar por mejoras específicas en la condición de la mujer: legal, de trabajo, de apoyos para la vida cotidiana, de leyes e instituciones”.

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