31 de marzo de 2011

HABLANDO DE MUJERES

LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES EN EL NARCOTRÁFICO





Por: Beatriz Mora



El Instituto Nacional de las Mujeres informó que el número de mujeres en las cárceles mexicanas aumentó 200 por ciento en los últimos años, como reflejo del incremento y la participación que tienen en la delincuencia organizada y el narcotráfico.

Los delitos contra la salud son la principal causa por la cual las mujeres se encuentran el reclusión. Son principalmente en tres ámbitos de acción dentro del narcotráfico en los que tienen presencia las mujeres. Aquí en orden jerárquico:

+ Como parejas sentimentales de los Capos. En este ámbito las mujeres son hermosas, atractivas, destinan gran parte del dinero a mantener su belleza. Muchas de ellas participan en concursos y llegan a ser “mises”. Una gran parte de las mujeres que han sido detenidas en los operativos, es por su vinculación amorosa con los líderes del narco. Algunas de estas mujeres desconocían a qué se dedicaban sus parejas, otras no.

+ Como “transportadoras” de drogas (principalmente en su cuerpo o calzado). En este ámbito muchas mujeres se involucran por pobreza, por necesidad y por la falta de empleos y oportunidades; otras más, acceden a transportar drogas porque se los piden sus parejas como un acto de amor. Muchas de las mujeres que están en las cárceles, fueron detenidas por llevarles droga a sus parejas cuando los iban a visitar a la cárcel. Y una parte más, son mujeres que no sabían qué era lo que estaban transportando.

+ Como lideresas de los cárteles. En éste ámbito las mujeres son sicarias, administradoras, negociadoras, toman decisiones, dan órdenes, son autoras intelectuales, etc. Muchas de estas mujeres “heredaron” el negocio de sus padres, de sus hermanos o de sus parejas, los cuales o han sido asesinados o están en las cárceles; otras más, “escalaron” para llegar a liderear una de estas bandas.

Los motivos primordiales por los que delinquen las mujeres, son la falta de oportunidades y las pocas expectativas generales que les brinda la sociedad, pero también por la vulnerabilidad ancestral que viven en lo que se refiere al poder adquisitivo y la dependencia y sumisión emocional a los hombres.

Nuestra sociedad, basada en una estructura y cultura machista y sexista, no está preparada para enfrentar esta problemática social y de género, esto se refleja en situaciones como las siguientes: con las mujeres hay menor seguridad en las revisiones, pues se cree que somos pasivas e indefensas. Sin embargo, cuando a las mujeres se les encarcela, las repercusiones son mayores, pues son comunes los casos de hostigamiento, abuso sexual y prostitución en las cárceles. En ocasiones, a las mujeres se les dan mayores sentencias que a los hombres, aunque hayan cometido el mismo delito. A esto hay que agregar que las mujeres que delinquen son señaladas socialmente con más fuerza, por ser mujeres y en su caso, por ser madres, de modo que la estigmatización es doble. En ocasiones por esta razón son abandonadas en la cárcel por la pareja y la familia.

Otro problema es el tratamiento que le dan los medios de comunicación al tema de las mujeres y el narcotráfico. Generalmente se les visualiza únicamente como mujeres superficiales, como las acompañantes, como objeto sexual de los capos, o bien, se ridiculariza su presencia con comentarios “graciosos” sobre su participación. Pocas veces se les da un trato serio y mucho menos se analiza quiénes son estas mujeres, de dónde son, cuáles son sus circunstancias, la problemática que enfrentan, sus motivos, su edad, es decir, cuál es su contexto de vida. Mediáticamente se les presenta únicamente como símbolos sexuales, de ninguna forma se aborda el problema social que significa la creciente incorporación de las mujeres en actividades criminales, principalmente como recurso frente a la crisis económica, política y de seguridad social, además de las implicaciones que esto trae. A esto hay que sumarle la invisibilización que se hace de ellas en la atención y prevención del delito, pues es una información dirigida sobre todo a los hombres, basándose en el supuesto de que las mujeres no delinquen, pues su papel social es de pasividad y sumisión.

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