18 de febrero de 2010

Editorial 52

Otra política es posible

Aunque las elecciones en Veracruz serán cuatro meses y medios más tarde, desde ahora la clase política local y regional busca desesperada reciclarse para no quedar fuera del presupuesto. Son los mismos de siempre, acaso cambiándose de partido, y por eso el pueblo los va a vetar anulando su voto el próximo 4 de julio.
No hay que ir muy lejos ni se requiere ser experto en la política, para darnos cuenta que cada tres y cada seis años elegimos a nuestros propios verdugos.
En Veracruz se presume que tenemos un gobernador omnipotente, omnipresente y hasta omnisapiente, sintiéndose Dios, pero esa mentira repetida como verdad todos los días por todos los medios de comunicación impresa y electrónica pronto despertará la indignación de ciudadanos incautos.
No es que la política sea mala. La han prostituido los malos políticos que hoy nos (des)gobiernan, comenzando por nuestros propios alcaldes.
En Ixhuacán las autoridades gobiernan a la antigüita, pero eso sí ganando sueldo de Reyes ; su alcalde se muestra indolente ante contingencias como la de Barranca Grande, permitiendo de manera imprudente que su secretario del ayuntamiento –que ya fue alcalde-, el director del DIF y el de Fomento Agropecuario compitan por la candidatura priísta a la presidencia municipal.
Los ciudadanos de Cosautlán también volvieron a comprobar que no es el más popular de los candidatos el que será su mejor alcalde, pues ahora nadie puede impedir que derroche el dinero público en obras como el distribuidor vial y monumento al Angel de la Indiferencia y menos que el presidente panista gane sueldo de diputado o secretario de despacho.
No menos cruda es la realidad en Xico, donde la ciudadanía ve con enojo y preocupación la obsesión que tiene su alcalde por alcanzar la denominación de Pueblo Mágico para su municipio, dizque para promover más el turismo, cuando lo único mágico que hay detrás de este concepto es que se busca desaparecer a la gente pobre de los centros históricos, para que vengan empresarios de fuera a lavar dinero del narcotráfico.
En Teocelo el Dios Tigre que todos llevamos dentro sigue dormido. Por eso, la cabecera municipal es un bache en todos los sentidos. Sin agua potable, con calles destrozadas, obras mal hechas y a medias, pero sobre todo negligencia, cinismo y soberbia de dos o tres fulanos que sin ser de Teocelo, echan mano de los dineros del pueblo para incrementar sus fortunas personales y familiares, apostándole a que parientes o amigos los sucedan en los cargos. Dicen que al alcalde le encanta meterse sustancias como el carbonato, pero no por adicción sino porque quiere repetir…
¿Y qué no decir de Sergio Joaquín Ramírez Cabañas Contreras, a quien le valió queso su municipio y el cargo que los ciudadanos le regalaron con su voto, por la ambición de tener más y más dinero y poder? Claro que este personaje no se maneja solo y menos para llegar al Congreso del Estado. Fue el propio gobernador el que le dijo, le ordenó: gasta en medios –a la fecha el alcalde lleva invertidos más de 2 millones de pesos del dinero público para promocionarse a través de los medios-, lo demás estuvo en manos de Dionisio Nicho Pérez Jácome, que en encerrona con Ramírez Cabañas y Julio Hernández se pusieron de acuerdo para catafixiar los cargos en la próxima elección. Deja sin embargo el alcalde coatepecano deudas a proveedores, obras a medias, conflictos sociales, más lo que se le acumule en la semana…
Los ciudadanos no podemos seguir ciegos, sordos y mudos ante una realidad que nos lacera y nos coloca en condición de súbditos, cuando nosotros somos los soberanos y debemos de mandar.
Hay ciudadanos que, a pesar de los problemas y de los excesos y errores de nuestros gobernantes, no se atreven a alzar la voz. Ello puede ser porque les da pena, les da miedo, no tienen información o de plano les vale…
Pero hay otros a los que no les da pena, ni les da miedo, sí tienen información y no les vale lo que pasa y por eso creen que otra política es posible, menos sucia y más orientada a buscar la paz pero con justicia y dignidad.
Hay que romper el silencio y dejar de ser parte de ese circo perverso de los malos políticos que, con alharaca estruendosa y migajas al pueblo, ya se frotan las manos para darnos otra vez atolito con el dedo.

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