Colectivo Tlacuaches Mojaos
Como si se hubiera impuesto una normalidad o un estándar, con sus clasificaciones y ana-queles, y todo lo que no entrara fuera puesto en un archivero, marcado con el letrero “lo otro”. Hagan de cuenta como un folleto de “¿Qué hacer en caso de…?”
Y el folleto de “¿Qué hacer frente a un joven o jovena?” diría: “En primer lugar asuma que se encuentra usted frente a un delincuente en activo o en potencia. Además de barros y espi-nillas, la cosa ésa tiene tendencias naturales al vandalismo y la violencia. Asuma también la ventaja que usted tiene en los calendarios, algo que la cosa deberá entender. No se preocupe por su rebeldía, se le pasará cuando el calendario, con ayuda de la policía, haga su traba-jo.”
Pudiera pensarse que cada uno de estos manuales de “educación” o “supervivencia en la normalidad” tiene sus especificidades, y las tienen. Pero también tienen cosas en común: “¡Desconfíe!”, “¡Desprecie!”, “¡Discrimine!”, “¡Agreda!”, “¡Búrlese!”
Sexto viento: Una Otra Digna Rabia [S.C.I. Marcos] Diciembre 2008.
Apenas cae la noche, las calles [espacios de libre circulación publica] se convierten en el “centro” laboral favorito de todos los cuerpos policíacos a nivel municipal, estatal y federal. Jóven@s, niñ@s de la calle, ancian@s indigentes, otr@s amores y trabajadador@s sexuales; se convierten en fuente de ingresos rápidos para “acompletar” los “raquíticos” salarios de los cuerpos de [in]seguridad pública y sus “jefes”.
El apañón rutinario en las calles de nuestras comunidades: Va la camioneta llena de policías, se detiene a un lado del parque, l@s joven@s ven silenciosamente cómo se acercan. La revisión de rutina, de rutina la frase; “no pueden estar aquí”. ¿Dónde entonces?, ¿a dónde nos vamos a ir si no estamos haciendo nada?. Se van, [no los policías] los jóvenes y jovenas que antes platicaban. Unos sienten coraje y rabia pero se los guardan en el pecho, otros; los más, ni siquiera saben que deberían indignarse porque están siendo discriminados. Los medios masivos de comunicación han hecho bien su papel, ahora ven a la violencia como algo “normal”.
¿A dónde los estamos corriendo? Deberíamos preguntarnos nosotros. En esta sociedad consumista de apariencias [donde, por ejemplo, es más importante presumir que “ya tengo el celular que acaba de salir” que cuestionar el carecer de acceso a la universidad o a un empleo digno], los joven@s no tienen cabida y son arrinconados en los callejones donde las drogas y el alcohol –¡otro gran negocio de los poderosos!- les ofrecen olvidarse de todo. Cuando algun@ cae, ese mismo sistema que los arrinconó y les cerró las puertas, no duda en levantar el dedo para señalarlo como criminal: “¡Ya ven, si sólo era cuestión de tiempo para que nos mostrara su verdadera cara!” exclamaran.
Los casos de detención, revisión, vejaciones, consignación y multa se acumulan por doquier. Los delitos: circular en horas “fuera” de lo común, ser diferentes y manifestar, con su diferencia, las inmensas posibilidades del ser. El arresto masivo contra estudiantes de la Universidad Veracruzana [UV], ocurrido en septiembre del año en curso [Ver ALTAVOZ 48], nos recuerdan lo sucedido el 20 de Junio del 2008, donde la estúpida y genocida actuación de la policía provocó la muerte de 9 jóvenes y 3 policías al impedir la salida del antro News Divine, en el barrio popular Nueva Atzacoalco. Bloquearon las salidas del antro porque aún no llegaban los autobuses que trasladaran a la masa de jóvenes a las agencias del ministerio público. [Ver Revista REBELDIA No. 61] El dato es perverso por si solo y, aún más, al revisar las políticas de seguridad pública por la centralización y unificación policial en el DF [UNIPOL] que dentro de sus estrategias contempla el otorgamiento de “estímulos personales” [entre los $ 5 000 y $ 10 000] a los elementos policiales por delincuente consignado. Cegados por la estrechez económica, la presunción de inocencia se disuelve en favor de la criminalización de la pobreza con la clara intención de cumplir una cuota minima de detenciones por día…
La actuación de los cuerpos policíacos no se reduce sólo a la “mala suerte” del apañon nocturno y la multa. Más bien son parte de estrategias más integrales y complejas de control social. Por ello es importante, por ejemplo, analizar la actuación a nivel nacional de la Policía Federal Preventiva [PFP], creada en diciembre de 1998 por el gobierno “genocida” de Ernesto Zedillo. Está integrada por batallones de la Policía Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional [SEDENA], lo que la convierte de facto en una policía de inteligencia, militarizada y con fuertes nexos con el narcotráfico. [Fuente: Revista PROCESO] Gastando recursos del erario público para abastecer de equipo y armamento a fuerzas militares que realizan tareas de seguridad pública lo cual es inconstitucional.
La PFP ha usado la fuerza policiaco-militar para reprimir y criminalizar movimientos sociales cuando las instancias federales fracasan en el terreno político. Un rápido recuento nos ayuda a reafirmar tal aseveración. La PFP comienza su actuación fascista en 1999 con el pretexto de combatir la delincuencia organizada, participa en operativos de acción contrainsurgente deteniendo a presuntos integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo [ERPI]; en el año 2000 desaloja a los estudiantes en defensa de la educación pública y gratuita agrupados en el Consejo General de Huelga [CGH] para lo cual toma por asalto la Preparatoria No. 3 y el auditorio “Che Guevara” en Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México [UNAM] dejando un saldo de 37 heridos y 248 detenidos. En el 2003, Policías estatales apoyados por la PFP desalojan, con disparos y gas lacrimógeno, a estudiantes, maestros y padres de familia de la Escuela Normal Rural de Mactumaczá, Chiapas que solicitaban plazas laborales para el total de los egresados [18 estudiantes fueron detenidos y cerca 120 fueron golpeados]. En el 2005, elementos de la PFP acompañados de funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes [SCT] cierran de forma violenta la radio comunitaria "San Jacinto" 88.5 FM en San Jacinto Amilpas, Oaxaca, violando el derecho a la libertad de expresión y a la autonomía municipal.
El último año del “gobierno” de Vicente Fox, el 2006, la PFP realizó una serie de brutales operativos:
En abril en coordinación con la Policía Estatal de Michoacán del gobierno perredista de Lázaro Cárdenas Batel -nieto del General que nacionalizó el petróleo- intentan desalojar a mineros en huelga de la siderúrgica SICARTSA en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Dos mineros resultaron muertos y 54 heridos. Existen pruebas de que la PFP, planeó, coordinó y dirigió el operativo sin mandato judicial e hizo uso indebido de la fuerza y sus armas de fuego. En mayo la PFP y la Policía del Estado de México realizaron cateos y detenciones ilegales en San Salvador Atenco. Los policías estatales cometen tortura y abuso sexual contra las personas detenidas. Dos civiles resultaron muertos y 230 fueron detenidos sin orden de aprehensión. En agosto, a petición del Gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, cerca de 500 elementos de la PFP son trasladados a la ciudad de Oaxaca y se acuartelan en las instalaciones del Ejército Mexicano en Ixcotel, ese mismo día comienza la "represión selectiva". Agentes de la PFP -vestidos de civil- se integran a las "caravanas de la muerte" formadas por sicarios, porros de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), policías municipales y policías estatales que desde entonces hostigan los campamentos de la APPO. En Octubre la PFP ocupa la ciudad de Oaxaca con apoyo logístico del Ejército y la Marina, avanza con trascabos y tanquetas de agua arrasa con violencia las barricadas que el movimiento popular levantó para impedir de manera pacífica la ocupación policiaco-militar de la ciudad y se instala de manera indefinida en el zócalo de la ciudad.
En el presente año la PFP toma parte del desalojo, toma de instalaciones [ja' la realidad no escatima paradojas] y contención social en la extinción de Luz y Fuerza del Centro [LyFC] y su Sindicato Mexicano de Electricistas [SME]... En suma estudiantes, campesinos, maestros, obreros y activistas [jóvenes en su inmensa mayoría] violentados por la impunidad de un estado represor preocupado en el discurso de la “seguridad” del pueblo mejicano y en una costosísima guerra contra el tráfico de estupefacientes; y en lo hechos financiadas con dinero del mismo narcotráfico y responsable de la criminalización de cualquier voluntad individual o colectiva que cuestione ética, moral o económicamente los intereses de las clases poderosas en nuestro país.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, dice que vivimos en un mundo “patas pa’arriba” producto de la ideología neoliberal [llamado por algunos “capitalismo salvaje” para hacer alusión a las consecuencias] que pretende hacernos creer que estamos en un sistema con libertad de posibilidades; en el que el jodido lo está porque quiere o porque es flojo. De esta contradicción, donde la publicidad no concuerda con la realidad, surge una sociedad que padece tristeza y apatía; la sociedad depresiva. Ante tal panorama l@s joven@s encuentran “otras” formas de alzar la voz, otras formas de manifestar que este mundo no les gusta y que otro mundo no solo es posible, sino necesario. Muchas veces en forma de piercing, del color del pelo, con tatuajes, por la forma de vestir; son modos de decirle a este sistema de exclusión y su sociedad de consumo que ahí están, que no van a agarrar sus cosas e irse a otro lado, porque todos los lados es la misma simulación, que su rebeldía no es pasajera, porque ser joven no es ni será un delito que perseguir.
Diciembre del 2009.
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