¿Canto a la crisis?
Los gobiernos municipales, estatales y federales de los últimos 25 años han dejado a la Nación en bancarrota, con pobreza extrema de un lado y riqueza en abundancia en otro.
Considerado el “cuerno de la abundancia”, nuestro país tiene de todo: tierra generosa, ríos y mares, pesca, hidrocarburos, minería, pero sobre todo un capital humano que se desaprovecha.
Gobiernos se van y gobiernos llegan, con distinto color, pero desde hace 25 años la palabra crisis está presente en la vida de nuestros pueblos y comunidades.
Sólo una pequeña casta de ricos empresarios, que tienen como empleados a la clase política mexicana (alcaldes, gobernadores, magistrados, legisladores y presidentes de la república), está sacándole jugo a esa grandeza económica, por lo que su poder ya es superior al de los tres poderes de la Unión juntos.
En contraste, las y los ciudadanos de a pie –los que vivimos al día- seguimos relegados a la simple condición de consumidores y de votantes, a pesar de que vamos a “celebrar” los 200 años de independencia y los 100 años de revolución.
Es falso que los hombres y las mujeres somos iguales ante la Ley. Es más fácil que un hambriento vaya a la cárcel por robar tres blanquillos y dos panes, que un político o un empresario sea “molestado” para que vaya a declarar por cuantioso desvío de recursos o despojo a la Nación.
Por eso, ahora no sólo debe hablarse de crisis económica, sino de las otras crisis que también laceran la vida de más de 100 millones de mexicanos.
Los mexicanos ya empezamos a resentir la crisis política, derivada de los enjuagues que hace tiempo se traen los partidos. Los políticos son expertos en engañar, en simular y en seducir, pero cada vez queda más claro que tan malo el pinto como el colorado.
Que sólo 4 de cada 10 electores haya ido a las urnas y que algunos de ellos hayan anulado conscientemente su voto, habla de esa crisis de credibilidad en las instituciones políticas, que además tan caras nos salen a los contribuyentes. La partidocracia está en crisis y de aquí a la elección presidencial del 2012 veremos capítulos muy interesantes.
Luego tenemos la crisis ambiental, resultado de los arreglos entre servidores públicos de todos los niveles y rapaces empresarios de las inmobiliarias, que tiran bosques y cambian el uso del suelo con la complicidad de alcaldes y dependencias estatales y federales, sin medir el impacto en el consumo de agua, la alteración del clima y el destino de las descargas domiciliarias e industriales.
La crisis, además, viene asechando la salud de millones, no solo por el rebrote de la influenza, sino porque anidan entre la población más pobre el sida, el dengue, el cólera y demás padecimientos de quienes no tienen seguro o medicamentos.
Hay además la crisis de valores, sobre todo ahora que la sociedad se ha materializado tanto, al punto de que es más importante escuchar lo que dice la televisión, en vez de platicar en familia de los asuntos cotidianos y de la comunidad; o se considera que es mejor el colegio particular que la escuela de gobierno; o que conviene más comprar los productos gringos porque son más baratos y de mejor calidad, que lo que la economía local nos ofrece; o que somos pobres porque así lo quiere Dios…
Y por si fuera poco, también conocemos el rostro de la crisis por la inseguridad en ciudades y pueblos, a veces generada por bandas de narcotraficantes de la alta escuela, pero a veces también por la soberbia e impunidad con que grupitos de mozalbetes, creyéndose sicarios, intimidan y siembran el miedo entre indefensas familias, ante la indolencia de gendarmes mal preparados y mal pagados y la negligencia de alcaldes sin vocación para el servicio público.
En fin, que la crisis tiene estos y otros rostros, que pronto podrían asomarse a la tranquilidad de nuestras calles, barrios, colonias y congregaciones, si como ciudadanos no buscamos la manera de hacerle frente, pues nuestros gobiernos no están preparados para enfrentar lo que estaría por venir.
En la víspera de nuestro 44 Aniversario, el tema de la crisis estará en el ánimo y en la mirada crítica de nuestros músicos, cantautores, compositores y arreglistas, para que como jueces calificados nos ayuden a enjuiciar a los responsables de todas las crisis juntas de los últimos 25 años.
Acordeones, guitarras y güiros; arpas, baterías y charangas, armónicas y bandolones, se darán cita en la galera de Radio Teocelo en septiembre, para acompañar las voces de solistas, duetos, tríos o cuartetos, que con sabiduría popular e ingenio probado, le cantarán a la crisis en colorido certamen que provoque catarsis de la buena.
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