19 de febrero de 2009

Editorial

Lunes Negro
Aunque aún está por verse quiénes ganaron con el paro del transporte público en Veracruz, entre rojos y azules, ni los usuarios ni los permisionarios podrán decir que la suspensión del servicio durante 24 horas –el lunes negro- sirvió para algo bueno.

Como siempre, los que se salieron con la mejor tajada fueron los políticos y funcionarios, que aprovecharon la ocasión para hacerse publicidad y para exaltar a Fidel Herrera o a Felipe Calderón.

Señoras con niños en brazos, personas enfermas, empleados llegando tarde a sus trabajos, niños de alejadas poblaciones que perdieron sus clases, pequeños y medianos comerciantes con pérdidas y la alteración de la vida cotidiana de millones, sí millones de personas de a pie, resultaron ser los únicos perjudicados de esta imprudente acción perversa, pactada entre los líderes de los camioneros y el Número 1 de Palacio de Gobierno.

Si lo que en verdad querían los concesionarios con el paro era que bajara el precio del diesel para no tener que aumentar el costo del pasaje, bien pudieron emprender diez o doce medidas de presión distintas al paro, para hacerse oír allá en Los Pinos, sin causar la molestia de quienes no deciden el precio de los combustibles.

¿O acaso los concesionarios del transporte están actuando igual que los concesionarios de la radio y la televisión, que interrumpen con spots de mal gusto las transmisiones cada vez que se les pega la gana, simplemente para irritar y echarle la gente encima a nuestro enano gobierno federal?

Si no fuera porque los concesionarios del autotransporte en Veracruz estuvieron apadrinados por el Tio Fide, muchos transportistas ya hubieran perdido su concesión, pues igual que en el caso de los medios de comunicación electrónica, la ley en la materia les tiene prohibido suspender ese servicio público, sólo porque se les pegue la gana. Viva la impunidad.

Porque cualquiera se imagina que si los transportistas estaban dispuestos a sacrificar sus ganancias, dejando de dar el servicio 24 horas, mejor habría resultado continuar operando sus unidades con normalidad SIN COBRAR el pasaje ese único día, ganándose como aliados a los millones de usuarios que gustosos daríamos una firma o escribiríamos una cartulina con la leyenda ¡Que baje el precio del diesel y demás combustibles¡ El efecto mediático se hubiera multiplicado así a favor de una demanda social, no únicamente sectorial. Y menos electoral.

Pero como ese es sólo un sueño guajiro, lo que sí pasó es que se aliaron el Gobierno del Estado con un puñado de líderes de los transportistas, líderes que ni representan a la mayoría de los concesionarios ni les importan la calidad del servicio que prestan sus vehículos a millones de usuarios, pues la fórmula de sus negocios consiste en invertir lo mínimo para ganar lo máximo. La rapacidad, pues.

Pronto veremos en Veracruz la rentabilidad económica y política que obtuvieron los líderes del autotransporte con este paro camionero, una vez que papá gobierno contrate sus unidades para apoyar a los candidatos de la Fidelidad.

Lo anterior, desde luego, no exime de culpa al gobierno de Felipe Calderón, empeñado en negar los errores de su gabinete y sin rumbo seguro para una Nación de 60 millones de pobres. Servidores públicos todos ellos hechos a la necesidad del gran capital criollo y foráneo, que en vez de invertir y crear empleos se apresuran a sacar sus capitales de México, calculando que ya queda muy poco tiempo antes de una explosión social.

Porque el que se autonombró el presidente del empleo, sabe perfectamente que así como en Veracruz el gobernador tiene como aliados a los concesionarios del autotransporte, en lo nacional Felipe Calderón también hace sus amarres con otras cámaras y cúpulas, pues en ambos casos son los dueños del dinero los que mandan. Lástima que hasta ahora no haya quien les levante la canasta.

Ni modo que fuera uno de esos candidatos que ya empezaron a venir a nuestras cabeceras y comunidades, ofreciendo resolver con barita mágica todos nuestros problemas. Esa fauna nociva sólo quiere utilizarnos otra vez como escalera, para alcanzar la ubre que les dé de mamar jugosos sueldos los próximos tres años. Como el joven Mota.

Como siempre, en Veracruz los medios de comunicación y los seguidores del rojo fiel alzaron en hombros al gobernador del estado, luego de insípida corrida, pero el pueblo que no es tonto pronto les pasará la factura de este fraudulento espectáculo.

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