2 de agosto de 2008

Soberanía alimentaria y energética en juego


Por: Enrique Piedra
Foto: Juan Pablo Romo

En el Título Segundo, Capítulo I de nuestra Constitución referente a la Soberanía Nacional en su artículo 39º dice: La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana (procede, nace) del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene todo el tiempo el inalienable (que no se puede ceder, vender, dar, o quitar) derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Soberanía es sinónimo de: poder, dominio, autoridad, libertad, independencia.

Alimentar es de: nutrir, sustentar, sostener, suministrar. Analicé y reflexioné: cómo el engañoso afán del modelo modernizador, neoliberal y capitalista mercado globalizador de la economía, desde el ingreso de México en 1986 (de la Madrid) al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) y posteriormente la entrada en vigor en enero de 1994 del TLCAN (Salinas de G.) desmantelaron la economía interna al suprimir el pago de aranceles a las importaciones y al agro al retirar el estado su apoyo a través de la Extensión Agrícola, Fertimex, Pronase, Conasupo, Banrural y las reformas al Art. 127º; afianzado por las corporaciones transnacionales como DowAgrosciences, Monsanto que controla el 90% de las semillas transgénicas, Singenta, Pioner, Cargill, ADM, Minsa y Maseca subsidiadas por el gobierno federal para la producción de harinas con maíz transgénico, y con gran experiencia en la especulación y chantaje al pagar bajos precios al maíz interno y la compra al exterior de los granos requeridos libres de aranceles.

Así se gesta la sumisión y dependencia alimentaria, al abrir las puertas al capital sin control alguno. Ante la codicia de dinero y de las políticas de Felipe Calderón erróneas y la presidencia cuestionada en su legitimidad, la situación de la política agrícola dirigida por un Ingeniero Industrial Eléctrico, actual Secretario de Agricultura y con una tesis que lo especializó en jabón de lavandería; Eduardo Sojo, Secretario de Economía y Juan Elvira Quesada, Secretario de Medio Ambiente, que para Calderón y su gabinete no hay crisis alimentaria, somos autosuficientes, no pasa nada y que todo está bajo control… sí, pero de trasnacionales.

Calderón y su gabinete permanecen en un sometimiento, sinónimo de: entrega, obediencia, doblar la cabeza ante las empresas capitalistas y las dos gargantas de la economía mundial: el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial (BM), que han fomentado la pobreza en la mayoría de los mexicanos y la depredación del medio ambiente.

Es necesario que junto con la ciudadanía se rescate el principio precautorio del Protocolo de Cartagena que México firmó: NO al maíz transgénico a campo abierto en México.

La producción de maíz, canola y soya transgénicos para la producción de combustibles ha disparado los precios de los granos, fomentará la ampliación de la frontera agrícola (deforestación), la lucha del agua ya escasa (para riego), su contaminación y la del suelo a la aplicación de grandes cantidades de fertilizantes y agroquímicos, así como la contaminación de nuestras semillas criollas, acabando con la biodiversidad de nuestro maíz como centro de origen.

Así es como el capitalismo salvaje agroindustrial se impone en nuestro país, cobijado por instancias federales y estatales, apropiándose y destruyendo la naturaleza, lo social y cultural.

Ésto es muy lejano de los saberes y conocimientos mesoamericanos, con sus sistemas y estrategias en la producción, donde se aprovecha la biodiversidad genética, biológica, ecológica y cultural de nuestros campesinos e indígenas rurales, ésto ESTORBA AL MERCADO CAPITALISTA de agricultura especializada.

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