16 de junio de 2008

A dos años del ataque contra los maestros en Oaxaca


Texto y Foto: Leopoldo Hernández

Madruga del 14 de junio de 2006. Día 24 del plantón magisterial de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en el zócalo de la ciudad de Oaxaca. La decisión tomada ese día por el gobernador del estado, Ulises Ruiz Ortiz, cambió para siempre la conciencia de los oaxaqueños. La movilización social, no será lo mismo en Oaxaca a partir de entonces. Los costos en vidas humanas, represión, presos políticos, desaparecidos e innumerables violaciones a los derechos humanos son invaluables.

Y es que los maestros llevaban días exigiendo rezonificación salarial, desayunos, uniformes, calzado y útiles escolares para niños oaxaqueños en situación de pobreza. De más está decir que Oaxaca es de los estados más pobres del país al igual que Chiapas, Guerrero y Veracruz. Y es que parece que Oaxaca no es de los oaxaqueños sino de los capitales extranjeros que con el pretexto de inversiones, plantan sus corporativos en tierras mexicanas, con todas las facilidades por parte del gobierno, y la riqueza que dejan en el estado es mínima si la comparamos con las ganancias que generan.

Es en esa madrugada del 14 de junio cuando Ulises Ruiz decide acabar con el plantón magisterial ocupando desmedidamente a la fuerza pública. Agentes de la Unidad de Operaciones Especiales, policía preventiva, el Grupo de Operaciones Especiales del ayuntamiento de Oaxaca, así como de la Unidad Ministerial de Intervención Táctica de la procuraduría estatal, irrumpieron violentamente contra el magisterio y sus pertenencias.

Desde un helicóptero eran disparadas indiscriminadamente bombas de gas lacrimógeno en contra de los maestros y edificios a donde corrían para protegerse. Minutos antes de las cinco de la mañana, Radio Plantón –estación operada por el magisterio oaxaqueño- daba la voz de alarma. Minutos después, policías entraban al edificio magisterial, lugar donde se ubicaba la radio, para destruir el equipo.

Los maestros no huyeron. Reagrupados en las calles aledañas al centro histórico, los mentores cercaron a los policías obligándolos a abandonar la zona. Horas después de los hechos, Ulises Ruiz, afirmaba que no hubo enfrentamiento.

La manera de actuar del gobierno del estado, en lugar de vencer a los profesores y sacarlos del zócalo, indignó tanto a la sociedad oaxaqueña que dos días después a estas acciones represivas, estudiantes, profesores, universitarios, ciudadanos, organizaciones sociales, realizaban una megamarcha con cerca de 160 mil personas para pedir la destitución de Ulises Ruiz.

Es así como el 18 de mayo se anuncia la creación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), la cual tiene el objetivo de aglutinar distintas luchas y sectores sociales del estado, golpeado constantemente por imposiciones políticas, actos represivos inmemoriales y una constante y persistente política de saqueo, excusión y discriminación de los pueblos indígenas del estado.

La lucha era clara: lograr la desaparición de poderes en el estado, la destitución de Ulises Ruiz de la Gobernatura y la instalación del poder popular. Está sería la bandera durante meses en todo el estado oaxaqueño, generando una lucha social sin precedente en los últimos años en México.

Es el pueblo de Oaxaca quien cansado de tantos atropellos lanza un ¡ya basta! a las autoridades exigiendo respeto. El gobierno responde con más violencia. Durante las noches circulan vehículos con policías vestidos de negro con la única finalidad de atacar a balazos a los manifestantes. En estos operativos paramilitares, pierden la vida oaxaqueños que sólo exigían fueran respetados sus derechos de manifestación. El pueblo responde con organización pacífica. Surgen las barricadas que no tienen otro objetivo mas que la autoprotección, pues de esta manera les cierran el paso a las “caravanas de la muerte” impidiéndoles se les acerquen y agredan.

Así transcurren meses en un estado dolido y atacado desde todos lo flancos posibles. Las elecciones federales están cerca y los partidos son concientes que la postura que se tome respecto a Oaxaca puede tener su cobro en las urnas. Los medios de comunicación desinforman a la sociedad poniendo al pueblo oaxaqueño como violento. Los asesinatos continúan. Las detenciones y desapariciones no dejan de ser un cotidiano para el pueblo. Oaxaca grita un auxilio que nadie escucha.

El pueblo pide desaparición de poderes, pero la comisión de Senadores que visita el estado afirma que a pesar de existir claras evidencias de ingobernabilidad, la desaparición de poderes no procede. Es entonces cuando el entonces Secretario de Gobernación, Carlos Abascal, a pesar de haber jurado “en nombre de Dios no haremos ninguna represión”, tras el asesinato del reportero de Indymedia Brad Will, llega la Policía Federal Preventiva (PFP) al estado aumentando la violencia…

Hasta la fecha, según cifras del informe de la VI visita de la Comisión Civil Internacional de Observación de Derechos Humanos (CCIODH), se tienen documentadas 26 muertes durante el conflicto social en Oaxaca, además de múltiples violaciones a los derechos humanos.

Los niveles de impunidad son altos, pues a pesar de existir señalamientos directos y evidencias de participación de las autoridades en actos de represión en contra del pueblo organizado de Oaxaca, no hay ningún detenido. A pesar de todos estos hechos los maestros siguen exigiendo mejores condiciones laborales y educativas para los estudiantes. La organización que vivió y viven los pueblos de Oaxaca no está acabada, se siente una reconfiguración de la lucha, lucha que aún no termina. Oaxaca está despierta.

No hay comentarios: