Por: Elfego Riveros
La versión se divulgó a través de uno de los canales de la banda civil con que operan y se comunican la mayoría de los taxistas de Xalapa : hubo una balacera en las cercanías del destacamento militar de El Lencero.
Era la tarde del viernes 17 de junio, cuando elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) comenzaron a perseguir y disparar en contra de supuestos delincuentes, con saldo de 11 muertos, muy cerca de la carretera Xalapa-Veracruz.
Mediante claves, los taxistas comenzaron a narrar lo que pudieron observar entre las 6:30 de la tarde y las 7 de la noche : vehículos de la SSP que corrían a exceso de velocidad, bloqueo de los accesos al punto de la balacera, gente que huía o se escondía entre vehículos estacionados y confusión de pasajeros que viajaban a esa hora de regreso a sus hogares.
Esa tarde regresaban también, procedentes de Chichicaxtle, municipio de Puente Nacional, tres personas que trabajaban para la empresa “Triturados Río Seco SA de CV Materiales para la Construcción, Renta de Maquinaria y Fletes en General”, quienes resultaron muertos en la balacera.
Ellos eran : el ingeniero Raúl Tecatl Cuevas, que manejaba una pickup blanca de doble cabina, propiedad de la empresa, marca Mitsubishi con placas XN 11 781; Tito Landa Argüelles, laboratorista y copiloto esa tarde; y don Joaquín Figueroa Vásquez, mecánico que trabajó ocho años para la empresa y venía en el asiento trasero.
Fue hasta el sábado 18 de junio, cuando los familiares de Tito Landa y Joaquín Figueroa se llegaron a enterar de lo que había pasado: ambos estaban muertos y personal de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJ) les pedían acudir al Servicio Forense a identificar los cadáveres.
Mediante dos denuncias de hechos, presentadas el lunes 27 de junio en la PGJ, Janet Figueroa Sánchez y Julio César Landa Torralba, explicaron su propia versión de los hechos, concluyendo que sus padres –Joaquín y Tito-, fueron confundidos con sicarios y para corregir su error, los elementos de Seguridad Pública les fabricaron cargos, después de haberlos torturado y darles el tiro de gracia.
Les indigna a los familiares de las víctimas, que incluso el gobernador Javier Duarte de Ochoa se haya creído la versión de Seguridad Pública, pues los medios de comunicación informaron que el mandatario escribió en su cuenta de twitter que policías estatales habían desmantelado una banda de sicarios, con saldo de once muertos.
Aunque sus domicilios son vigilados por vehículos sospechosos y sus familiares han recibido presiones y amenazas de funcionarios del gobierno, Janet Figueroa y Julio César Landa hicieron a un lado el miedo y acudieron a la PGJ y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, para exigir que se limpie el nombre de sus padres, pues ninguno de los dos cometió delito alguno, era gente trabajadora y vivían honestamente de su salario.
Ante la presencia de numerosos reporteros, cuyos medios de comunicación nada publicaron sobre la denuncia penal, ambos explicaron que en Servicios Periciales les mostraron fotografías en las que sus padres aparecen en un vehículo negro desconocido, portando armas de grueso calibre y que al ver los cadáveres descubrieron que tenían huellas de tortura, impactos de bala en diferentes partes de cuerpo e incluso el tiro de gracia, por lo que sostienen se trató de un homicidio.
Por su parte, el abogado que representa a los jóvenes, Fidel Guillermo Ordóñez, sostuvo que hay la presunción de que a los finados se les colocaron armas en las manos después de muertos, con la perversa intención de que las pruebas de radizonato de sodio dieran positivo, para justificar que don Joaquín Figueroa y Tito Landa sí se habían enfrentado a los elementos de la SSP.
“Se infiere que los hoy extintos fueron bajados, torturados, asesinados y luego puestos en la camioneta negra, donde les sembraron armas de alto poder para luego tomarles fotografías y decir que habían sido abatidos fuertemente armados en ese vehículo negro…” dijo el abogado del Despacho Ordóñez y Téllez, Abogados Asociados.
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