Rubén Darío con niños de las escuelas de la localidad en el parque Carmen Romero Rubio de Díaz. Fotos: José Antonio Vicuña Sánchez |
Por: Josimar González
El poeta y embajador Nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, mejor conocido como Rubén Darío, visitó por única vez la ciudad de Teocelo Veracruz un 10 de septiembre de 1910, así lo dio a conocer el Dr. José Antonio Vicuña Sánchez.
Era embajador de Nicaragua y visitó nuestro país por las fiestas del centenario de la Independencia Mexicana, sin embargo, en el trayecto de su país a México se dio un golpe de estado, por lo cual las autoridades mexicanas, entre ellos Porfirio Díaz, no quisieron comprometerse a recibir un personaje que ya no era embajador de su país en México. Darío se dirigió a la ciudad de Xalapa, pues quería conocer al poeta xalapeño Salvador Díaz Mirón, quien fue seguidor de la lírica modernista creada por Darío, sin embargo, el poeta no se encontraba en la ciudad. Un grupo de Teocelanos al enterarse de la llegada de Darío a Xalapa lo invitaron a visitar Teocelo. Complacido aceptó la invitación y acompañado por los teocelanos se dirigió a la estación del ferrocarril. En ese entonces viajar por tren era un atractivo de la región ya que parecía serpentear el famoso piojito entre platanales, cañales de azúcar y la barranca.
Ninguna autoridad estuvo presente ni en Veracruz, ni en Xalapa y tampoco en Teocelo. El alcalde se excusó por tener un resfriado permaneciendo oculto en su casa solariega de la hacienda de Santa Rosa, por lo que la visita de Darío a Teocelo nunca fue oficial.
Conoció el parque municipal llamado en ese entonces Carmen Romero Rubio de Díaz, como la esposa del Presidente de la República, donde el poeta fue fotografiado con niños de las diversas escuelas locales.
La razón de la visita fue invitarlo a una comida que el grupo de Teocelanos le había organizado, la cual se realizó en el amplio corredor del hotel Hidalgo, propiedad de Francisca García Sánchez y su esposo José María Sánchez García. El lugar estaba adornado con banderas de México y Nicaragua, y la comida fueron platillos mexicanos, sobre todo barbacoa de borrego acompañada de vino tinto.
Después de la comida, el poeta se trasladó a una de las habitaciones a redactar una de sus famosas cartas, en donde cuenta la amabilidad y la cortesía con que fue recibido por los Teocelanos, la emoción que sintió en el traslado de Veracruz hasta Teocelo, pero sobre todo su preferencia por la Barranca de Matlacobatl por donde se trasladaba el tren.
Posteriormente fue acompañado por los mismo Teocelanos a Xalapa en donde las crónicas cuentan que lo homenajearon en algunas escuelas. Antes de abandonar Teocelo, en la estación del ferrocarril una niña de escasos recursos se acercó para obsequiarle una piña, acción que fue la que más le emocionó de su visita. Posteriormente Darío escribe uno de sus poemas en donde alude a este acontecimiento.
José Antonio Vicuña da a conocer que “100 años después, parece ser que las autoridad en los tres niveles de gobierno ignoran esta fecha tan importante… Aquí en Teocelo hay una calle que lleva el nombre de Rubén Darío pero te podría asegurar que no va a ver ninguna celebración por parte de los vecinos”. Exhorta a que los ciudadanos de Teocelo se interesen un poquito más por este personaje, ya que afortunadamente lo tuvimos aquí hace casi cien años, el sábado 10 de septiembre de 1910”.
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