GOBIERNOS CHATARRA
Los padres de familia no debemos permitir que regrese la comida chatarra a las escuelas, pues científicamente está comprobado que las papitas en bolsa, refrescos, pastelillos y demás golosinas producen sobrepeso y obesidad en niños y jóvenes y más tarde diabetes, cáncer y muerte en adultos.
No esperemos que sea el gobierno quien ponga a salvo a nuestros hijos del consumo de todos esos alimentos que no nutren, y sí en cambio engordan las billeteras de empresarios, políticos y servidores públicos corruptos.
Tampoco confiamos en que serán las autoridades educativas o del sector salud quienes prohíban esos productos en las escuelas, pues la industria alimenticia es tan poderosas que puede comprar a secretarios de Estado, gobernadores y medios de comunicación, para que cierren la boca a cambio de fuertes sumas de dinero.
Se sabe que cada año la industria de la chatarra vende en las escuelas $ 20,370 millones de pesos, mientras que en el mismo lapso el gobierno se gasta de nuestros impuestos la cantidad de $ 74,827 millones de pesos para combatir la obesidad.
Es decir, mientras los dueños de Barcel, Coca Cola, Marinela, Bimbo y demás empresas de alimentos procesados ganan millones, enfermando a la población mexicana, el gobierno desangra nuestra economía invirtiendo cuatro veces más para que médicos y hospitales públicos medio atiendan a pacientes con sobrepeso, obesidad y cáncer; enfermos que, por cierto, se multiplican día con día.
Sobre el tema, hay que recordar que hace unos meses se demostró que la obesidad comienza en las escuelas y que es ahí donde hay que atacar el problema.
El debate llegó a determinar que era urgente no vender más comida chatarra en los centros educativos, pues sólo así se podría garantizar una disminución de casos de obesidad y sobrepeso entre los 25 millones de alumnos de las escuelas primarias del país.
Se acordó entonces que a partir de esta semana, cuando se inscriben y regresan a clases los chamacos, ya no habría productos chatarra en las cooperativas, pero oh sorpresa: los empresarios y el gobierno se reunieron en lo oscurito y pactaron que en vez de los productos tradicionales, ahora se venderán yogures, néctares y refrescos light.
También pactaron los industriales y el gobierno –con la anuencia de las secretarías de Educación Pública, Salud y Economía-, que las supuestas restricciones no entrarían en vigor en esta primera semana de clases, sino hasta el 1 de enero de 2011.
No sabemos con qué otras tonterías nos saldrán en esa fecha los industriales de la chatarra, pues les preocupa que los papás vayamos a sacar sus productos de las escuelas; saben que si se tuvieran que ajustar a las restricciones pactadas, ellos dejarían de ganar unos $ 10, 097 millones de pesos.
Por eso están aterrados. Quieren mantener sus ganancias, a costa de la salud de nuestros hijos. No hay que permitirlo. Ya es hora de protestar y de pedir cuentas a directores de escuelas, supervisores, cooperativas, líderes sindicales, directores de centros de salud, alcaldes, diputados locales y legisladores federales.
¿Qué esperan para actuar¡ Si nosotros pagamos sus salarios hagan algo ya y si no van a poder, entonces renuncien¡
Una agrupación ciudadana, denominada El Poder del Consumidor –que dirige Alejandro Calvillo-, investigó las consecuencias que podría traer para nuestros niños el consumo de alimentos y bebidas laight en las escuelas, elaborados a base de aspartame, que produce cáncer y trastornos neurológicos. La información es tan cierta que ya obligó a los gobiernos de países como Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda a prohibir su venta definitiva. ¿Qué esperamos nosotros?
Si bien la comida chatarra no sólo se vende en las escuelas, pues cualquiera puede comprarla en tiendas de autoservicio, tiendas de abarrotes y hasta en las rancherías y comunidades más apartadas, por ahora es en las escuelas donde hay que dar la pelea; no dejemos que se violente el derecho de niñas y niños a una alimentación saludable.
Siendo este un problema de salud pública local, regional, estatal y nacional, es decir cotidiano y que además atenta contra la salud y la educación de al menos 25 millones de niños y jóvenes en todo el país, en Radio Teocelo decidimos adoptar el tema para nuestro tradicional Concurso de la Canción, que cada año se organiza para festejar el aniversario de la XEYT.
Claro que no se trata solamente de quedarnos en la protesta, sino de ir a la propuesta, ya que en materia de alimentación nuestros padres y abuelos fueron sabios y no se metieron cualquier cosa a la barriga. Por eso llegaron a vivir 100 años o más. Hay que recuperar entonces todos esos saberes y recetas para una buena alimentación. Y hay que procurar la producción y consumo de lo que es sano, es barato, es nutritivo, sabroso y forma parte de nuestra identidad.
Desgraciadamente, los gobiernos se pasaron del lado de los empresarios y al ver que México es un mercado muy atractivo de más de 100 millones de consumidores, se han unido para envenenar a niñas y niños indefensos, que día con día se gastan su dinero comprando la comida chatarra.
Que directores de escuela y maestros no nos vengan con discursos sobre el Centenario y el Bicentenario, si en los hechos la pobreza extrema, la desnutrición y el bajo rendimiento escolar no garantizan una educación crítica, científica, democrática y liberadora. Un pueblo mal nutrido jamás progresará.
Hijos y nietos nos echarán en cara nuestra cobardía, por no defender sus derechos ahora.
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