16 de junio de 2010

LA SARTEN POR EL MANGO

 Verónica Carrillo Curi
Cada vez es mayor el número de especialistas que cuestionan el valor de los productos lácteos. Numerosos estudios han asociado su consumo con una gran variedad de problemas de salud, contradiciendo en muchos casos el concepto de “alimento básico”.
Existe un desacuerdo entre los médicos y científicos, en estudios que destacan sus beneficios y otros estudios que arrojan resultados totalmente negativos…Esto sucede en muchos otros campos y en ocasiones resulta difícil saber quién está en lo cierto.
A mí me basta con conocer la existencia de estudios serios que aportan datos en contra de los lácteos: es razón suficiente para sospechar que esa imagen impecable de “alimento sano” tiene más parte de táctica publicitaria.
Es curioso observar cómo han ido intentando salvar los problemas que se les presentan haciendo modificaciones para que se adapten a las necesidades nutricionales de cada individuo: si la leche entera es mala para el colesterol, sacan leche descremada; si la descremada "parece" agua, sacan la semidescremada; si al descremar pierde las vitaminas liposolubles, añaden vitaminas A y D; si tienes riesgo de osteoporosis, añaden calcio; si tienes más colesterol, sacan la leche con Omega-3 (aceites procedentes de pescado) en vez de la grasa láctea; para facilitar la digestión, leche baja en lactosa; si el problema es de fibra, leche con fibra; para niños en crecimiento, está la leche con 12 vitaminas y minerales... ¡ Ahora hasta con flúor ! En definitiva, lo que nos venden es un brebaje industrial que nada tiene que ver con el producto "natural" y sus supuestas virtudes.
Pero en relación al calcio, todo se ha construido en torno a un mito que asocia la falta de calcio en el organismo con la falta de calcio en la dieta. Lo cierto es que nada más lejos de la realidad: por mucho calcio que se añada a la dieta, si los hábitos de vida en conjunto son incorrectos, las pérdidas de calcio seguirán siendo un problema. Muchos pueblos indígenas con niveles relativamente bajos de calcio en la dieta obtienen suficiente calcio para mantener huesos robustos de por vida, gracias a los factores benéficos de su estilo de vida.
El cuerpo humano contiene por lo general más de 1 kilo de calcio. Cuidar la dieta es básico para conseguir un buen nivel de este mineral. Pero la ingesta de gran cantidad alimentos ricos en calcio no es garantía, porque se absorbe menos calcio del que se toma. De hecho, tan sólo se absorbe el 30% del total que se ingiere.
Tomar 2 ó 3 vasos de leche al día, no es suficiente, ya que existen alimentos más ricos en calcio. Para favorecer la absorción de calcio debemos:
+ Incluir en los menús, alimentos ricos en vitamina D. Para ello se debe comer huevos y pescado azul, como el atún o las sardinas en aceite. Los ácidos grasos del pescado azul ayudan a optimizar la absorción de este mineral.
+ También puede ayudar la vitamina K que está, en grandes cantidades, en los vegetales de hoja verde.
+ La vitamina B6 abunda en los cereales integrales y en los frutos secos. Es recomendable reducir el consumo de los alimentos que NO ayudan a absorber el calcio, como:
+ El salvado de trigo.
+ La sal (no tomes más de una cucharadita al día).
+ La carne, sobre todo las más grasas.
+ Los refrescos y las bebidas de cola (porque el fósforo que contienen ayuda a eliminar el calcio).
Cantidad de miligramos de calcio por 100 gramos:
+ Ajonjolí 927
+ Semillas de ajonjolí 670
+ Sardinas en lata 550
+ Tofu (queso de soya)510
+ Almendras 497
+ Higos secos 250
+ Garbanzos 135
+ Leche de vaca 119
+ Muesli (cereal) 110
+ Girasol 105
+ Nuez 92
+ Cacahuates 54
+ Huevos 51
+ Naranjas 42
+ Zanahorias 41
+ Chícharos 33
+ Leche materna 32
Es decir, que en realidad todo apunta a que los lácteos no ayudan para mantener huesos fuertes; se puede reducir el riesgo de osteoporosis reduciendo el consumo de sodio y proteína animal en la dieta, aumentando el consumo de frutas y verduras, haciendo ejercicio, y asegurando un adecuado consumo de calcio procedente de vegetales tales como las hortalizas de hojas verdes, las legumbres y los frutos secos.

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