De Tlatelolco a Ayotzinapa
Ayotzinapa no se olvida, como el 2 de octubre del 68, porque si hay olvido no hay justicia. Tampoco puede haber perdón.
Ya fueron muchos los agravios, en los últimos 60 años, donde policías y militares han sofocado auténticos movimientos sociales, con absoluta complicidad e impunidad de los gobiernos en turno. Ya basta¡
En 1957 miles de maestros son reprimidos en el Zócalo de la ciudad de México, liderados por Othón Salazar, fundador del Movimiento Revolucionario del Magisterio, disidencia del SNTE ya en aquellos años y antecedente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Lo mismo pasa en 1959, cuando Demetrio Vallejo encabeza la insurgencia sindical y huelga ferrocarrilera, hasta que el ejército mexicano toma el control, reprimiendo, persiguiendo y encarcelando a sus líderes.
El ejército rodea y mata también a Rubén Jaramillo, en 1962, por encabezar la lucha de los campesinos; es el mismo ejército que mata a los estudiantes en la Plaza de la Tres Culturas, en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.
También murió, a manos del ejército, Lucio Cabañas Barrientos, en 1974, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, fundador del Partido de los Pobres y líder guerrillero en el estado de Guerrero, junto con Genaro Vázquez Rojas.
Fue el ejército, cómo olvidarlo, quien masacró a indígenas de Chiapas, durante el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1994.
Más recientemente, otras matanzas se han sumando a la lista de agravios por parte de los cuerpos represores o paramilitares del Estado Mexicano, como las de Acteal y Aguas Blancas...
Y ejecuciones militares también como la de Tlatlaya y masacres realizadas por policías federales en Apatzingan y Ecuandureo.
Las 43 presencias arrancadas y las 43 butacas vacías, como dicen los 43 poetas, en vez de olvidarse, siguen recordándose en todo el mundo, en todo el país y en todo el estado de Veracruz.
Ya nos cansamos de tener un país y un estado lleno de fosas, una Nación llena de discursos y de mentiras, una patria lacerada por la simulación, la corrupción y la impunidad.
Castigo ya a los culpables y a quienes inventaron la “verdad histórica”, es decir: policías municipales, estatales, federales y soldados, asociados a funcionarios de los tres niveles de gobierno y al crimen organizado.
Veracruz no es ajeno a toda esa descomposición y alianza de intereses perversos; por el contrario, se están documentando agravios a periodistas, activistas y estudiantes, por evidentes acciones u omisiones de parte de funcionarios y dependencias estatales, sin olvidar los feminicidios,
desapariciones forzadas, la criminalización de la protesta social y la sospecha de una asociación delictuosa entre funcionarios del más alto nivel con el crimen organizado.
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