TOMADO DE LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCE A CONTINUACIÓN LA PÁG. 2
Cuatro años tal vez contaría yo de edad, cuando me hice amigo de una planta a la que de ahí en adelante llamé siempre, “La mata que da patitos” porque sus flores son muy parecidas a los patos. Esa planta se encontraba en el patio de mis parientes los Vélez.
Más tarde supe que “guaco” es el nombre correcto de esa planta.
Hablando cierto día con el actual dueño de la casa, me enteré que dicha planta aún existe.
Como casi llego a los ochenta años de edad y la planta existía ya desde que yo era pequeño, deduzco que se trata de una planta longeva. Su dueño me dijo que alguna vez estuvo a punto de cortarla, pero se arrepintió de hacerlo porque la consideró, igual que yo, como un viejo recuerdo de familiares.
Me regaló algunos trozos del bejuco y los planté en el patio de mi casa, en Xalapa, y gracias a que uno de ellos prendió, cuento ahora en mi patio con una “mata que da patitos”.
Entre las peñas que existen en la orilla del arroyo que pasa junto al terreno que fue de mi padre, nació un madreselva que perfumaba el aire con sus flores; no sabemos desde cuando, la conocí desde que era yo un chiquillo; por ese mismo tiempo, en los intersticios de las rocas se encontraba una sencilla y humilde violeta, que con sus escasas y diminutas flores, perfumaba al aire igual que la madreselva; pasó mi infancia, pasó mi niñez, mi juventud, y hace algunos años llevé partes de esas plantas al patio de mi casa en Xalapa. Ahora, el guaco, las violetas y las madreselva, descendientes de aquellas que conocí desde mi infancia, adornan y perfuman el jardín que mi esposa cuida con esmero, y son compañeras fieles también de mi vejez.
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