17 de marzo de 2014
AUTONOMÍA O DEPENDENCIA
Se están cumpliendo 20 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC), entre México, Estados Unidos y Canadá, que ha sido un gran negocio para gobiernos y empresarios de las tres naciones, pero de mayor dependencia, pobreza y marginación para nuestro pueblo.
Primero fue Carlos Salinas de Gortari el que quiso engañarnos con el cuento de que el TLC nos llevaría a ser un país de Primer Mundo; ahora es Enrique Peña Nieto quien conduce al país por el sendero de la pérdida de la soberanía al utilizar la aplanadora de todos los partidos para aprobar las llamadas reformas estructurales, como la energética sobre todo.
Ahora, para EU somos uno más de sus múltiples proveedores y la firma de otros tratados de libre comercio con otras naciones tampoco nos han permitido diversificar nuestras exportaciones; antes al contrario, ahora regalamos el gas, el petróleo y la electricidad a empresarios rapaces.
Los expertos han documentado que a México ya le pasó lo que le sucede a las economías dependientes: exportamos materias primas e importamos bienes de capital a un altísimo costo; en consecuencia la pobreza “moderada” se mantiene en 52 % y la pobreza “extrema” casi 20%; y los salarios se devaluaron en un 20% durante estos últimos 20 años de TLC. El salario mínimo actual representa apenas la cuarta parte de lo que fue en 1976.
Los veceros del gobierno dicen que en las dos últimas décadas creció el número de personas ocupadas, al pasar de 27.5 millones en 1993 a 46.5 millones en 2013; lo que no dicen es que el número de desocupados subió en el mismo periodo de 1.17 millones a 2.73 millones, por decir lo menos.
Como hace 20 años, los gobiernos de Salinas y Peña Nieto no han querido escuchar a especialistas, académicos y organizaciones sociales, para ser más cautos en la apertura de algunos sectores de nuestra economía, como el alimentario y el energético, y sin considerar la negociación de un mejor trato y condiciones de trabajo más humanas para nuestros paisanos del otro lado de la frontera.
Capítulo especial de este balance es el de la situación actual del campo mexicano y las familias rurales e indígenas, pues no se necesita ser experto o especialista en el tema, para darse cuenta que los resultados del TLC son desastrosos : la falta de rentabilidad de la agricultura y la imposibilidad de competir con los agricultores norteamericanos –fuertemente subsidiados por el gobierno-, han disparado las cifras de la migración, el despoblamiento de las comunidades y el abandono o la venta de sus tierras. ¿Qué sigue?
Yolanda Massieu Trigo, esa sí experta en el tema, sostiene que mientras gente como Salinas o Peña Nieto siguen pensando que la solución del campo está en la modernización y el aumento de la productividad, los zapatistas nos han enseñado –también en estos 20 años, después de que se alzaron en armas-, que la gente y sus comunidades podrían sostenerse de manera autónoma, sin tener ningún trato con los gobiernos, si se valora el papel social y ambiental que tienen las pequeñas parcelas campesinas diversificadas.
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