3 de agosto de 2013

SEÑALES


Durante las elecciones del domingo 7 de julio, algunos ciudadanos salieron a votar por candidatos de distintos partidos y agrupaciones políticas, mientras otros decidieron permanecer a la expectativa, absteniéndose de sufragar. Esa fue la primera señal del pasado proceso electoral: un abstencionismo del 40-60 por ciento.

La segunda, considerada por muchos como una “costumbre”,  fue la compra y coacción del voto por parte del PRI, antes-durante-después de las campañas e incluso en pleno día de elecciones, sin que se denunciara, ni castigara, habiendo ocurrido en plenas narices de personal del Instituto Electoral Veracruzano (IEV). Fue la señal de la impunidad.

Hubo, además, carretadas de dinero público para campañas, sin considerar los dineros de extraña procedencia, sin que hasta ahora se le rindan cuentas a los ciudadanos sobre los ingresos y egresos que manejaron candidatas y candidatos; sin duda, una señal que  se origina en  la complicidad y supremacía de una  partidocracia, que se cubre a si misma  para operar  sin transparencia  millonarios presupuestos, desde sus cúpulas.

Otras señales de agravio para nuestra incipiente democracia jarocha fueron : las negociaciones perversas que hubo entre Gobierno del Estado y algunos, militantes, alcaldes y  dirigentes “de oposición” para impedir la alianza PAN-PRD, con la ayuda de el 99.99 % de los medios de comunicación y el 99.99% del IEV; la proliferación de la especie “chapulín” en el espectro político doméstico, que mostró el apetito de una fauna multicolor; y la extraña  necedad con que volvieron a competir ex alcaldes y esposas de alcaldes o ex alcaldes, ahora por cuatro años de empleo seguro.

Como se ve, si los ciudadanos nos conformáramos con esta calidad de democracia representativa, los escenarios de ineficiencia, corrupción y autoritarismo en los próximos  gobiernos municipales tenderían a empeorar, con expresiones estridentes de ingobernabilidad  como toma de palacios municipales y cierre de carreteras, como válvulas de escape.

Afortunadamente, ya se oyen expresiones ciudadanas que no se conforman con esa forma de representación y que buscarán hacer contrapeso a malos servidores públicos, no para descalificarlos por prejuicio o rivalidad política, sino tratando de abrir espacios públicos para dialogar con sus  próximas autoridades los temas de interés público, de modo que también los auténticos  ciudadanos pasemos de la protesta a la propuesta,  asumiendo la corresponsabilidad en la cosa pública. Es decir, yendo hacia la democracia participativa auténtica.

Por lo pronto, los resultados de las pasadas elecciones –al menos en nuestra región- vuelven  a marcar la incidencia política que puede llegar a tener el llamado “voto de castigo” para alcaldes que no rinden cuentas, que son ineficientes, que abusan de los dineros del Pueblo y que en dos años y medio no dejaron de mostrar soberbia, autoritarismo y ambición desmedida. Por eso, el voto los botó. Y esa fue la mejor señal del domingo 7 de julio.

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