TOMADO DEL LIBRO “MIS RECUERDOS” ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES. SE REPRODUCE A CONTINUACIÓN LAS PÁG. 54 Y 55.
Al caer las primeras lluvias fuertes de cada año, por el rumbo de Ayahualulco y Chololoyan, el agua de montes y caminos escurre hasta llegar a un riachuelo que se convierte en caudalosa corriente de lodo que arrastra palos, piedras, ramas de árboles, y a veces, algún borrego, guajolote, gallina o cerdo.
Ese riachuelo pasa por el poblado de Ixhuacán. Nosotros le hemos llamado “Río de la plaza”.
En ocasiones ha crecido tanto que ha roto los muros protectores que sirven también de pasamanos en los antiguos puentes de mampostería, inundando calles y dejando en ellas vigas, tablas, ramas y troncos de árboles, además de lodo que se introduce en las casas.
Por ser un cause un poco inclinado debido a las condiciones del terreno, cuando crece rueda piedras grandes que retumban al chocar con las rocas firmes del fondo.
Los chiquillos saltábamos de gusto al ver pasar esa gran cantidad de lodo mal oliente, y al escuchar el estruendo que producían al rodar esas enormes piedras.
La caída de granizo daña las plantaciones de frijol y destroza las hojas del maíz, de tal forma que a veces sólo quedan en pie los tallos de dichas plantas. Cuando eso sucede, los frijolares se pierden casi por completo. Si las plantas de maíz aún están tiernas les nacen nuevas hojas. El granizo también destruye los techos de cartón de las casas humildes.
El viento fuerte, al que en Ixhuacán llamamos ventarrón, maltrata las plantas de maíz dejándolas tendidas en el suelo, las cuales, aunque permanezcan vivas, producen menos fruto que en condiciones normales, además de quedar a merced de los animales, y de dificultar a los campesinos prestarles las atenciones debidas. Si aun están tiernas se les cortan las puntas de las hojas para quitarles peso, con el fin de que se enderecen un poco con la ayuda de sol.
Las heladas causan daños también a los cultivos, principalmente al de las papas, cuyas hojas y tallos quedan completamente marchitos como si se les hubiera sumergido en agua hirviente, por lo que al recibir los primeros rayos del sol, despiden olor a hierva sancochada.
Los daños que causan esos fenómenos bajan la moral de los campesinos, al ver perdidos sus ahorros y su trabajo de la noche a la mañana; pero se resignan con la esperanza de tener mejor suerte en el siguiente ciclo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario