2 de febrero de 2012
REFLEXIONES
Verónica Carrillo
Pues tuve oportunidad de ver una película que me impresionó: Food, Inc. Más que película es un documental que trata sobre la cara oculta de los alimentos procesados, que son la base de la dieta de los estadounidenses y de sus productores, la empresas multinacionales que consiguen amplios beneficios económicos en desmedro de los granjeros locales.
Con el auge de la industria de la comida rápida que comenzó en los años 30 del siglo pasado con la cadena de restaurantes de comida rápida McDonald's -que es el mayor comprador mundial de carne vacuna, porcina y de pollo, de papa, de tomate, de lechuga y de manzana-, se inauguró la dramática carrera para acelerar, engrasar, agrandar y abaratar los alimentos.
McDonald’s tiene el poder de cambiar el modo en que la comida se produce y eso a su vez, impacta en el precio de ciertos alimentos, lo cual beneficia a un puñado de grandes compañías procesadoras de carne y vegetales y va en desmedro de las pequeñas granjas locales.
Como ejemplo de ello están los pollos que actualmente son criados y sacrificados, con pechugas del doble de grandes, en 48 días y no de 70 (con pechugas visiblemente más pequeñas) como debe ser.
Y la pregunta es ¿por qué escribir sobre este tema? Empezamos por y en las vacaciones, cuando los niños se enloquecen y se organizan para ir a pasear y a comer a McDonald’s… ¡¿Qué?! Mis hijos no van a McDonald’s!!! me convencieron y me “suavizaron” y se fueron a ese dizque restaurante…
Después de ver el documental y de la experiencia que viví en vacaciones recapacité y super valoré como es vivir y comer en Xalapa… Aquí puedo comprar y consumir comida –aunque no toda- bien sana.
Manuel, es el joven de San Andrés Tlanehuayocan que siembra y nos trae los rábanos, berros, lechugas, chucuyul y las gordas de mano…También podemos comer los colorines, la flor de izote y el chayote…Y ni que me digan de los honguitos que traen las señoras en época de lluvia. Y que tal las frutas: nunca faltan las que traen plátanos, duraznos, moras, capulines…Tampoco se me olvida Doña Ana: es una señora de San Antonio Tlanehuayocan, que me trae huevos de rancho.
Y lo que más valoré es el tiempo que las mamás nos damos para hacer de comer a la familia. Aunque sea pobremente –como dicen- en las casas del pueblo siempre encontramos el calor de un rico caldo, de gorditas, con esas salsas tan picosas, el adobito, el mole, el arrocito…Bueno hasta la sopa de pasta que tanto he criticado la valoré y me acordé de lo deliciosa que sabe cuando llegamos de trabajar…Otra delicia que se extraña estando de vacaciones es el café. En todas las casas que me invitaban café, pues era de la Nestlé o comprado en el super, que nada tiene que ver con el delicioso café de la región de Teocelo, Xico y Coatepec…
Por ello, no hay que perder la costumbre de hacer de comer en casa, con los alimentos más sanos que podemos encontrar y enseñemos a nuestras hijas e hijos a cocinar para que aprendan la importancia de la tradición culinaria de la región.
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