Beatriz Mora
Hace algunos dos años me desempeñaba como docente en una universidad privada de la ciudad de Xalapa. En esta escuela era común que los y las maestras nos reuniéramos a conversar mientras había algunos recesos. En una de estas ocasiones, una maestra vestía una falda que le quedaba ligeramente arriba de la rodilla. Inmediatamente uno de los maestros, de inglés recuerdo, empezó a decirle con insistencia cuánto le gustaba cómo se veía, pues en general le encantaban las mujeres que vestían faldas y si eran cortas mejor.
Fueron tantas las veces que “chuleo” a la profesora que ésta con molestia e incomodidad abandonó la sala. Lo indignante no quedó allí, sino que haciendo alarde y como si fuera algo normal, el mismo profesor expresó en ese momento que le gustaba tanto ver a las mujeres de faldas, que sus alumnas ya sabían que si vestían con faldas altas en su clase, les pondría un acierto extra…
Situaciones como esta, nos muestran cómo a través de posiciones de poder y autoridad, como lo es la docencia, se condicionan las calificaciones a hechos como qué tan corta es la ropa de las estudiantes o cuán condescendientes son con los maestros.
Los límites entre estos condicionamientos que implican acoso u hostigamiento sexual, y el abuso o las violaciones son mínimos, en caso de mayores de edad; cuando son menores de edad, se llama Pedofilia.
Cuántos casos hemos conocido que maestros, intendentes, administradores o directores que abusan sexualmente de niñas y niños, jóvenes o compañeras de trabajo.
Nuestra región no está exenta de estos casos. En una escuela primaria pública de una de las congregaciones de Teocelo, uno de los profesores de quinto grado le pidió a una de sus alumnas de 10 años que se quedara un momento para que le ayudara a elaborar el periódico mural. La niña confiando en él le ayudo. Este profesor, con la supuesta intensión de saber si la niña traía tachuelas para pegar el periódico mural, metió sus manos en las bolsas de su falda empezándola a tocar. Las consecuencias son imaginables: la niña fue afectada sicológicamente, tenía miedo, no dejaba de llorar, no entendía qué pasó y por qué pasó y desde luego ya no quiere ir a la escuela. Afortunadamente esta niña le platicó a su mamá y la demanda ya está en curso…
Los hechos anteriores no sólo son inmorales, son además un delito y se sancionan. De acuerdo a la reforma hecha al código penal del Estado de Veracruz publicada el 02 de abril de 2010, en el capítulo 1 correspondiente al apartado de pederastia, en su artículo 182 dice lo siguiente: A quien sin llegar a la copula o a la introducción vaginal, oral u anal abuse sexualmente de una menor (de 18 años), agraviando su integridad física o moral, en actos públicos o privados, aprovechándose de la ignorancia, indefensión o extrema necesidad económica o alimentaria, o de su estatus de autoridad respecto al de la víctima se le impondrán de 5 a 10 años de prisión y multa de hasta 250 días de salario.
Artículo 183. La pederastia se considerará agravada si:… 3. El sujeto activo del delito desempeñare un ministerio religioso, cargo o comisión públicos, una profesión o empleo, y hubiese utilizado los medios o circunstancias que ello le proporcionara para ejercer presión o intimidación sobre la víctima. En estos supuestos se impondrán al activo de 12 a 40 años de prisión y multa de hasta 5000 días de salarios.
Lo importante es que los padres y las madres hablen con sus hijas e hijos para que con toda la confianza les cuenten cualquier situación en la que se sientan abusados, y por supuesto creerles y denunciarlo, sin minimizar la situación, pues son delito que no deben quedar impunes.
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