1 de octubre de 2011

EDITORIAL

Grito de Miedo

Aunque ya todos sabemos que la delincuencia está en nuestra propia calle, barrio, colonia o congregación y que  policías municipales podrían estar  cediendo o negociando  la plaza con grupos, bandas y redes de maleantes de distinto  pelaje y capacidad para hacer daño a una ciudadanía temerosa e indefensa, últimamente la zozobra por operativos, balaceras, informaciones erráticas y contradictorias de medios impresos y electrónicos, han colapsado la vida familiar y comunitaria, donde el morbo y el rumor, auxiliados por el fenómeno del “teléfono descompuesto” y el uso inadecuado del Internet y las llamadas redes sociales, llenan el vacío de información gubernamental.

En cosa de un mes,  cuatro  sucesos alertaron y sobresaltaron a ciudadanos, policías y autoridades municipales, sin que hasta el momento se pueda determinar qué parte de la información divulgada en los ámbitos familiar, comunitario, laboral, mediático, policiaco o gubernamental, tuvo un origen fidedigno, real, verdadero y qué parte de la misma pudo haber sido  inventada desde la comodidad del anonimato, bajo los argumentos de “es que oí, me dijeron, supe…”,  o “no me consta, pero un amigo me mandó un correo en el que…” o simplemente  “ lo leí en Internet”

Primero fue una supuesta balacera en céntricas calles de Coatepec, luego una amenaza por supuesta  bomba en escuela de Ixhuacán, y en los días previos al 15 y 16 de septiembre el operativo policiaco en Teocelo que  se magnificó tanto que obligó al  cierre total de comercios en horas inusuales; por último, el martes 13, la  psicosis colectiva desatada en  Xico,  por mensajes de alarma soltados extrañamente la tarde-noche del día anterior, cuando se tenía programada la magna ceremonia de Pueblo Mágico.

Si bien los estragos del llamado teléfono descompuesto (fenómeno de la comunicación en el que  cada uno nosotros le pone de su cosecha a un suceso real y simple, pero que se va reproduciendo de forma distorsionada, de persona a persona,  hasta terminar en algo completamente diferente y con otro sentido) se  dejaron  sentir en esos  municipios de forma inédita, hubo dos situaciones  más que contaminaron o complicaron cada suceso: el uso inadecuado y tal vez hasta perverso de las distintas formas del Internet (utilizadas con fines de presión política e incluso delincuencial, por la facilidad e impunidad con que se pueden utilizar desde el anonimato) y la carencia total de personas, estrategias y políticas de comunicación social desde los gobiernos municipales, para hacer frente a estos fenómenos con rapidez y eficiencia que  propicien  paz y tranquilidad en la ciudadanía.

Algunos alcaldes reaccionaron a tiempo y detuvieron la espiral de versiones  que alarmaron, asustaron e incluso enfermaron a personas propensas a sobresaltos, cuando las perversas versiones aludían a niños-escuelas en horas de escuela. Miedo, pánico, zozobra, hicieron un coctel explosivo que estalló en psicosis colectiva, dentro y fuera de nuestras  poblaciones. Incluso el portal de la revista Proceso refirió los sucesos de Xico.

Los  operativos de corporaciones policiacas estatales y federales van  a seguir en estos municipios y eso no debe alarmarnos ni molestarnos, si policías, marinos y soldados  actúan con inteligencia, respetando las garantías constitucionales y sin poner en riesgos a población civil, esperando que las pesquisas –que no se pueden boletinar- generan pánico entre  los delincuentes y  no en la ciudadanía.

Desde que la Secretaría de Marina trasladó a Veracruz su principal centro antinarco, hace cuatro semanas, ubicó en distintas plazas unos 2000 elementos de infantería y fuerzas especiales, con el propósito de realizar operaciones de alto impacto contra los Zetas (ahijados del Tio Fide), por lo que en lugares como Dos Rios, Emiliano Zapata; el acceso a Pacho Viejo, sobre la carretera Xalapa-Coatepec; Banderilla, El Castillo, Coapexpan y La Martinica empezaron a operar retenes o puntos de revisión, mediante los cuales se pretende inhibir a delincuentes y Zetas.

Por su parte, la Secretaría de la Defensa Nacional dice haber asegurado este año a 63 secuestradores y alrededor de 500 personas vinculadas a organizaciones criminales, sin que esto signifique ausencia de error y horror en sus operativos, como el de manera conjunta realizó con la Secretaría de Seguridad Pública muy cerca de El Lencero, el viernes 17 de junio, donde Joaquín Figueroa Vásquez, Tito Landa Argüelles y Raúl Teacal, resultaron muertos al ser confundidos con sicarios (caso no esclarecido por la Procuraduría General de Justicia de Veracruz ni la Procuraduría General de la República).

Si como ciudadanos sabemos que el salario de miles y miles de efectivos de la Marina, Ejército y PFP no lo paga el presidente Calderón y menos el gobernador Duarte, en consecuencia tenemos que fiscalizarlos, vigilarlos, monitorearlos y evaluarlos, para sean eficientes, para que no se corrompan y para que desquiten todos los beneficios que diputados y senadores les han concedido, a veces sin merecerlo. Que recuerden que no son los soldados o los marinos del Presidente, sino del Pueblo que les paga.

Lo mismo aplica para  policías estatales y municipales, de las que se presumen muchos vicios y limitaciones, sin generalizar, y cuyo desempeño nos parece insuficiente. Los prejuicios sobre estas corporaciones (o las pruebas en su contra), el hermetismo con que las mismas corporaciones se manejan y la ausencia de ciudadanos fiscalizadores de este sector, han abonado a una descomposición y descrédito de todo tipo de uniformado, propiciando que se forman verdaderas mafias de funcionarios, polis, ministeriales, judas, avis, jueces y delincuentes de todo tipo.

Por ello, los ciudadanos no podemos dejarle la cancha libre, “la plaza”, a esta fauna nociva a la sociedad. Debemos hacer contraloría, pedirles cuentas, exigir transparencia, romper los mitos de la secrecía con que debe manejarse muchas de las informaciones, pues con el cuento de que hay información reservada o confidencial, ellos se la quedan para lucrar, negociar y controlar los “negocios compartidos”
Así que, no se trata de acostumbrarnos a los operativos ni a dejarnos llevar por falsas alarmas, al punto de  doblegarnos o de enfermarnos con el cómodo  argumento de que nada se puede hacer, pues el gobierno hace lo que quiere y los delincuentes son muy peligrosos…Mejor recuperemos la autoestima y la confianza en nosotros mismos, como ciudadanía crítica y propositiva, para recuperar el control YA¡

No hay comentarios: