Bicentenario, Centenario y ...Año de Hidalgo?
Entre el cinismo de Calderón, de que este será el año de la recuperación y de la soberbia de Fidel, de que vamos bien y viene lo mejor, nuestros pueblos y comunidades se debaten entre el desempleo, la pobreza y la desesperanza, ocasión que nuestros alcaldes aprovecharán para robarse lo que se les atraviese en su camino pues estamos en el Año de Hidalgo.
La referencia no tiene que ver con el Bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia, en la que el cura Miguel Hidalgo y Costilla se armó de valor para acabar con tres siglos de dominio y saqueo español, sino por la costumbre –muy mexicana por cierto- de que el último año de gobierno de los servidores públicos es el año de Hidalgo, por aquello de que : chin chin el que deje algo…
En el pasado, este deporte lo practicaban alcaldes de viejo cuño con descaro e impunidad, al extremo de que parecía natural que en su tercer año de gobierno el presidente municipal se podía llevar a casa : escritorio, cuadros, esculturas, documentos históricos, máquinas de escribir, materiales de construcción y mucho pero mucho dinero, guardado celosamente en partidas secretas y hasta con la complicidad de la primera dama y ediles que le acompañan.
No sabemos si en pleno siglo XXI y aun con leyes y órganos que deberían cuidarle las manos a estos roedores de dos patas, se siga permitiendo el saqueo de las arcas municipales y si el pueblo lo va a permitir.
Hay cuatro posibles razones por las cuales la gente no hace nada ante casos de corrupción en la esfera municipal : les da pena exigir cuentas claras a su alcalde, les da miedo hablar, no tienen información para actuar o de plano les vale m….
El valemadrismo es el otro deporte mexicano que nos tiene en condición de pueblo pobre, país castrado, Nación arrodillada a los verdugos que nosotros mismos elegimos cada tres y cada seis años.
Como si fueran jitomates, la esperanza del ciudadano promedio se base en la lógica simple de : Ay Diosito, ojala que este sí nos salga bueno y seguimos creyendo, en cada elección, que cambiando de candidato o de partido se nos van a resolver los problemas, y no.
Hace falta ya una revolución en la ideas, comenzando por perder el miedo y la pena para exigir gobiernos ciudadanos que no tengan compromiso con partidos políticos, gobernadores o presidentes de la república, sino con sus propios paisanos, pues no hay que olvidar que son éstos los que ponen los votos y los dineros para sus sueldos.
Esos gobiernos de nuevo tipo deberán proceder acatando la máxima zapatista, que es la de mandar pero obedeciendo, y no como ahora que ellos mandan y nosotros obedecemos. Los servidores públicos son nuestros empleados y nosotros sus patrones, que los rentamos cada tres y cada seis años.
Además, se requieren límites estrictos para los servidores públicos (no su reelección), para que no tengamos que esperar los tres o los seis años de su mandato, sino que les podemos decir : “cobras y te vas”, si esos funcionarios no responden al interés de los ciudadanos y menos si se la pasando robando el dinero del pueblo.
La única garantía de que México no volverá a convulsionar por una guerra civil, es que los ciudadanos tomemos el control, el poder, por medio de las armas…de la información.
La información es poder y el poder de la información en manos de los ciudadanos será dinamita pura para destruir privilegios y excesos en los tres niveles de gobierno. Sólo ciudadanos bien informados y conscientes de sus derechos, podrán salvar a Nación del caos y la anarquía que dejan guerras y revoluciones. Estamos a tiempo.
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