4 de diciembre de 2008

Editorial

El Engaño de los Informes
En unos días más los alcaldes rendirán su primer informe de labores, acto protocolario que año con año se repite sin mayores sobresaltos, reflejo de una sociedad adormilada y complaciente.

Largos discursos, cifras interminables, autohalagos, desenfrenados maestros de ceremonias pidiendo la porra y el aplauso a ediles de dudosa calidad moral, se registrarán en cámaras y micrófonos de medios locales y regionales afectos al poder. O sea con cargo al erario público.

También veremos recintos acondicionados, con carteles a color y exposiciones fotográficas que no superan siquiera a periódicos murales escolares, sin faltar primeras damas atendiendo a los invitados especiales de sus maridos. No del pueblo.

Música, pambazos, tamales y refrescos para el populacho (carne de cañón de campañas y dizque beneficiarios de programas oficiales), pero derroche de recursos públicos en exclusivas cenas para una selecta casta de servidores públicos que tres años comerán con manteca y la noche del informe disfrutan de vinos caros, bocadillos y obsequios.

No podrían faltar acarreos de rancherías y congregaciones, para que el salón luzca repleto y simule la aprobación del primer año de gobierno municipal. Total que todo se pagará con dinero de los contribuyentes.

Gobierno del Estado hará su parte y nos enviará al secretario, del secretario, del secretario o en su defecto a la secretaria de algún otro servidor público de bajo perfil, que presumirá de traernos “el saludo personal del Señor Gobernador”

No faltará el alcalde que nos salga con el cuento de haber superado sus propias metas o de haber gestionado la obra más importante de los últimos 10 o 20 años. Saben los servidores públicos que nadie se levantará de su asiento para desmentirlo o para exigir que demuestre su dicho.

Hace falta un formato más creíble, más moderno, más de ida y vuelta, menos vertical, sin simulaciones y sobre todo menos caro. ¿Nos dirán los ediles en cuánto nos salen estas ceremonias, incluyendo las fotos del alcalde y la esposa en periodicuchos y revistas de dudosa credibilidad y circulación?

Desde luego que lo mejor sería, en vez de un informe anual, que las autoridades no se sintieran dueñas de la información pública y que dejaran de molestarse cada vez que se les pregunta cuánto ganan, cuál es el costo de las obras, quiénes son los proveedores o en qué más se utilizan los recursos públicos.

Si esta práctica fuera diaria, sin pretextos para entregar la información, la confianza entre autoridades y ciudadanos se elevaría, al punto de dejar obsoleta la obligación de tener que armar un show cada fin de año.

Además, la democracia requiere contrapesos y ante la soberbia y el autoritarismo de los servidores públicos, deben instrumentarse ejercicios y modelos de contraloría ciudadana, como lo ha sido el programa Cabildo Abierto durante diez años, aunque resulten incómodos para la autoridad.

Si bien alcaldes como el de Teocelo no tienen empacho en decir que él y los demás presidentes municipales priístas se pusieron de acuerdo para reventar el programa, lo importante es que la ciudadanía sepa que es obligación de todo servidor público rendir cuentas, sean del partido que sean.

Con el pretexto de que ese programa es amarillista, los alcaldes dejan de participar pero no por esa razón ni tampoco porque dizque pagan el espacio, sino en razón de que son intolerantes al juicio de un pueblo que, sin pelos en la lengua, les saca sus pañalitos cada vez que el programa está al aire. No quieren más –los ediles de Xico y Teocelo-, estar expuestos al escrutinio de quienes, por cierto, los llevaron al poder. Los ciudadanos de sus propios municipios.

Pero no todo está perdido. Y aunque los servidores públicos de la región decidieran no seguir participando por Radio Teocelo, durante los dos años de reinado que les quedan, lo más importante ahora sería que los ciudadanos conocieran el gran potencial que tienen la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública y la actuación del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información, para obligar a esos mañosos ediles a abrir los cajones de sus escritorios y archiveros, para que se nos rindan cuentas sin pretexto alguno.

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