AUTODEFENSA CIUDADANA
A los ciudadanos nos sale tan caro el gasto anual por concepto de Seguridad Pública, que cuando vemos a las corporaciones policiacas federales, estatales y municipales ser tan ineficientes o cómplices de la delincuencia organizada, nos dan ganas de hacernos justicia por propia mano, buscar formas de autodefensa comunitaria o manifestarnos públicamente por calles y avenidas de las grandes ciudades.
Un poco de todo eso ya está pasando a lo largo y ancho de la república mexicana, pues los tres niveles de gobierno se encuentran rebasados y/o penetrados por el crimen organizado, en sus diferentes modalidades, estilos y tonalidades.
En muchas partes de México y de Veracruz, los ciudadanos nos preguntamos cómo nos ponemos a salvo de la delincuencia organizada, digamos a la alta escuela (la que secuestra, mata y envenena), pero también cómo nos sacudimos a quienes delinquen en nuestras comunidades y municipios (robando, extorsionando y enganchando gente a la droga, el alcohol y la prostitución), y que aprovechando el vacío de autoridad o la franca complicidad con instituciones, policías y gobiernos, nos imponen su ley, controlan nuestros territorios y espacios públicos, para someternos a una cultura del miedo y el terror.
En nuestra región, los más recientes operativos policiacos, con muertos y heridos de por medio, en lugares como la colonia Casa Blanca -en plena capital del Estado-; en los límites entre Veracruz y Boca del Río, el viernes 20 de mayo, mientras 100 mil personas se divertían en el Festival Internacional de la Salsa; así como la espectacular persecución de no se sabe qué tipo de delincuentes entre Xico, Coatepec y Xalapa, el domingo 22 de mayo; y el desmantelamiento de la Policía Intermunicipal Xalapa – Banderilla – Tlalnehuayocan, la semana pasada, muestran un incremento de la violencia callejera que pronto se saldrá de control, ante el fracaso de una policía única y la falta de inteligencia con que operan la PFP, soldados y marinos.
Medios y periodistas, por “prudencia”, miedo o dinero, no están informando debidamente a la sociedad, acerca de las zonas de riesgo por ejemplo, y no siempre las dependencias oficiales relacionadas con el combate al crimen y la delincuencia permiten el acceso a la información, lo que empaña aún más las presuntas ligas y redes de complicidad entre policías y ladrones, por decir lo menos…
Lo que sí está pasando, cada vez más con tintes de heroísmo e inteligencia, es la organización de los ciudadanos de a pie, para expresar su hartazgo –como lo harán pronto miles de personas en Ciudad Juárez, Chihuahua y como lo están haciendo ya comunidades de Morelos, Michoacán, Guerrero, Chihuahua y Zacatecas, donde se empiezan a crear los primeros grupos de autodefensa ciudadana, ante la ineficiencia y/o complicidad gubernamental y policiaca.
Todavía es muy pronto para saber si estas experiencias de autodefensa civil logran sobreponerse al hampa y a qué costo, pero al menos por ahora hay que destacar la actitud edificante de la gente de Cherán, en el estado de Michoacán, donde hartos de los talamontes y saqueadores, se armaron de valor –si acaso con piedras, palos y machetes- para enfrentar a quienes son una minoría de bribones, aunque con capacidad para matar…
También en los altos de Morelos ya opera el grupo ciudadano de autodefensa “Relámpago”, que con medios rudimentarios pero mucha imaginación y unidad han declarado a los medios de comunicación “Si los delincuentes se organizan, nosotros también lo hacemos…Ahora saben (los delincuentes) que la perra también es brava y no nos vamos a rajar”.
Con muchos más años de experiencia, por las propias características del lugar, la Policía Comunitaria Guerrerense es quizá la modalidad más consolidada de autodefensa civil, pues opera desde 1995, luego de la matanza de campesinos en el vado de Aguas Blancas.
No sabemos qué modalidad o experiencia surja en poblaciones urbanas, rurales o indígenas del Estado de Veracruz, pero ya también se oye decir, allá por la huasteca, que si en una comunidad alguien quiere robar, violar, meter droga, secuestrar, extorsionar, en fin alterar el orden natural de sus comunidades, lo primero será que las señoras empiecen a sonar sus cacerolas, los hombres lanzarán cohetes, los párrocos sonarán las campanas, mientras que sus representantes (agentes municipales, comisariados ejidales o representantes de organizaciones, nada de partidos), convocan a la comunidad a la plaza pública, para presentar al delincuente y decidir qué se hace con él…
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