3 de junio de 2010

Manos del Presidente. ¿Elecciones Veracruz? [II/II]

Carlos Lucio

El uso de frases manoseadas es síntoma inequívoco de cansancio. Y el peor de los agotamientos es, sin duda alguna, el mental. La pereza espiritual, emocional y física, observa¬da en algunos políticos, está a la baja. Tal parece que la pila llegó a su etapa de caduci¬dad. El vender ideas ajenas no sólo es plagio de acuerdo a la Ley Federal del Derecho de Autor, sino también falta de creatividad, pobreza mental y deshonestidad. Y aquí hay mucho de todo eso. Leamos antecedentes:
5 Fernando Gutiérrez Barrios se vuelve gobernador de Veracruz con el poder de la firma del presidente Carlos Salinas de Gortari.
6 Agustín Acosta Lagunes gana la gubernatura, sin el mínimo es¬fuerzo, con el apoyo del entonces presidente José López Portillo y Pacheco.
7 Rafael Hernández Ochoa, pide licencia para separarse del compromiso como diputado federal y asumir la gubernatura con el beneplácito del entonces presidente Luis Echeverría Alvarez y, desde luego, el visto bueno de Jesús Reyes Heroles, en ese momento secretario de Gobernación.
Hasta aquí, creo que por allí va el asunto. El negocio de la política —-arte, ciencia, técnica y más adjetivos—-, como todas las cosas naturales o humanas, tiene reglas escritas y no escritas. Las primeras son todas aquellas que se encuentran impresas en documentos, discos o memorias, y las segundas, son de trasmisión oral como usos y costumbres. Leamos algunas de esas tendencias del dominio público, o las más conocidas por la comunidad usuaria.
Primera, el presidente de la república designa su¬cesor, pero también cuenta con la facultad de nombrar senadores, diputados federales y gobernadores.
Segunda, el gobernador puede sugerir sucesor, senadores y diputados federales, pero también cuenta con el poder de designar diputados locales, presidentes municipales y síndicos.
Y tercera, las cúpulas sectoriales tienen la fuer¬za necesaria de proponer síndicos, regidores y agentes municipales.
Hasta aquí, vamos bien. En el momento histórico de la llamada dictadura perfecta, definida por el demoledor escritor Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, en referencia al dominio del Partido Revolucionario Institucional por espacio de más de setenta años continuados en el poder de apariencia demócrata, se dijo en más de una ocasión que las senadurías, diputaciones federales y gubernaturas, eran de la decisión exclusiva del señor presidente de la república en turno. También se habló y escribió que las diputaciones locales y presidencias municipales, quedaban a disposición plena del señor gobernador en turno.
En el turbio negocio de la política a la mexicana --expresado en el sentido más puro de la democracia—-, todos meten mano. Y en serio, no se andan por las ramas ni danzan en torno al tronco del árbol de la sabiduría. Ni se mueven en forma circular en la mera puntita del palo utilizado por los Voladores de Papantla. EL juego político erótico reúne ciertos condimen¬tos de riesgo por aquello de que todo lo que entra, también sale. Y de acuerdo a la peligrosa Ley de la Gravedad, todo objeto que sube, baja. Y más si el movimiento se ejecuta a dos manos, como quien toca piano, trompeta, saxofón o flauta ba¬rroca. Cuestión de gustos, preferencias, usos y costumbres.
Así que honorables caballeros de la mesa redonda y de la silla cuadrada, ese viejo argumento de que el presidente de la república debe sacar las manos del proceso electoral de Veracruz, está más aplaudido que el estadio construido a la memoria del general Heriberto Jara Corona. En cuestiones del lenguaje político se debe andar con cuidado, mucho cuidado, como recomienda el cantante José Jo¬sé en una de sus múltiples interpretaciones románticas, porque se puede tomar un camino equivocado. En el quehacer electoral y en el trabajo administrativo no sólo se mete la mano, sino también el diente Y ni quien puje. Hay que aguantar. Esta no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. Y no siempre gana el que sale primero, porque como dice el refrán, quien madruga Dios le ayuda, pero el contrario refrán afirma que, no por mucho madrugar amanece más temprano.
¿0. K. Black...?

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